Inicio Empresas y Negocios La crisis y la empresa: ¿Son inevitables los despidos?

La crisis y la empresa: ¿Son inevitables los despidos?

Desde que el mundo entero aceptó como un hecho innegable que enfrentaba una enorme crisis financiera, el centimetraje en diarios y revistas se ha enfocado a hablar de ella, de sus efectos, sus oportunidades y cuanta cosa se considera importante destacar para prevenir acciones, orientar las estrategias o aprovechar la coyuntura. Y eso está bien.

Lo que no está bien es convertir un hecho global en una realidad particular para justificar decisiones que, en tiempos pasados, no se habrían llevado a cabo sin ser sometidos a críticas y/o censura, sustentadas en la persecución medidas apropiadas para enfrentar la crisis.

No cabe duda, la situación financiera mundial exige tomar decisiones rápidas y efectivas, que garanticen la continuidad del negocio y su salud laboral, la empresa debe superar las limitaciones y fortalecerse haciendo algunos sacrificios… pero ¿cuales?

Uno de los sacrificios que más se han generalizado se encuentra en los despidos que las empresas han llevado a cabo.

Es curioso ver como cambian los conceptos cuando el panorama financiero también lo hace; cuando la economía no estaba desbalanceada, la frase “capital humano” tenía una connotación distinta a la que posee ahora. Sí, la gente, “el activo más importante” pasa a convertirse en “lo primero de debe racionalizarse”. Y vemos como a lo largo de todo el mundo las corporaciones despiden personal justificando su salida en la crisis financiera debido a que ya no es posible garantizar sus puestos de trabajo. Interesante. Válido en algunos casos, pero no en todos.

Lo paradójico de esas decisiones es que los cargos que usualmente se someten a reducción no son los que representan un verdadero peso para la empresa, pues ocupan posiciones básicas o medias. Sí, en la mayoría de los casos se despiden a las personas que hacen el trabajo más operativo o de menor porcentaje estratégico, recargando la responsabilidad del mismo en los llamados “sobrevivientes”.

Vale la pena preguntar: ¿No sería más eficiente disminuir los sueldos y beneficios del personal directivo y/o ejecutivo? ¿O, a la par, bajar los porcentajes de ganancias de los productos y servicios que se comercializan para garantizar su flujo?

En algunas empresas el sueldo de un alto ejecutivo puede representar no menos de veinte veces el sueldo mínimo de los trabajadores de una empresa, sin sumar bonificaciones y otras regalías propias de su cargo. Si los ejecutivos están constantemente buscando lo mejor para la empresa, siendo ellos los primeros en exigir lo mismo de los demás para mantenerlas activas ¿qué les impide sacrificarse por un tiempo por aquello que tanto les ha dado? ¿que les impide disminuir sus ingresos y condiciones en beneficio de la empresa?

La reducción de ingresos de la alta gerencia, como una estrategia momentánea, para garantizar los puestos de trabajo de los que no con poca frecuencia llaman su “activo más preciado”, sería una muestra de verdadero compromiso para con aquellos que hacen posible a la empresa, una manera de demostrar que están verdaderamente conectados con sus necesidades y entienden que dejándolos en la calle no es la mejor manera de agradecerles por sus servicios.

Claro está, no solo los altos ejecutivos y personal directivo deberían abrazar esa estrategia, tanto las representaciones sindicales como otros entes de similar impacto están llamados a dar el ejemplo y procurarlo todo por el “capital humano”. Como lo señala el eslogan de una famosa marca “todos están invitados”.

A ello debería sumársele la iniciativa de reducir porcentajes de ganancias, pues al abaratar los precios de comercialización de los productos y/o los servicios se hacen más accesibles y por ende más susceptibles a ser adquiridos o utilizados por quienes tienen o quieren hacerlo.

Ahora bien, no es un secreto para ninguna organización que es poco lo que realmente se logra ahorrar cuando se reduce la fuerza laboral si aunado a la medida no se toman otras que realmente impacten en los egresos de la empresa, además se supone que en tiempos de crisis no deberían ser únicamente los empleados medios o de base los que deban experimentar la parte más cruda de ésta, pues tal practica resulta completamente opuesta a los discursos que les exigen a los colaboradores compromiso para con la empresa.

Aunque este planteamiento podría resultar simplista, pues no se ha hablado de los costos laborales, de las exigencias presentes en los contratos colectivos, la disminución de la producción a causa de la reducción de la demanda y otros tantos ítems, no lo es. Las economías capitalistas requieren de consumidores, si las personas pierden sus empleos obviamente el consumo se verá afectado y con ello el ingreso de las empresas que ofrecen sus productos y servicios, por lo que resulta más lógico garantizar que exista gente que, aunque poco, continúe consumiendo, en vez de asfixiar la economía incrementando el desempleo y demostrándole a la gente que es valiosa y ha de ser vista como el activo más precisado sólo hasta que las condiciones económicas cambian en un sentido que desfavorece a la empresa.