Aunque las medidas de control de Facebook y Twitter podrían haber educido el alcance de estos contenidos, han sido más populares que nunca
Hay una de esas frases que circulan de vez en cuando y que se han convertido casi en parte del refranero aunque no lo sean. Dice que en internet nadie sabe si eres o no un perro. La frase se suele usar de forma recurrente para explicar cómo la red ha abierto la puerta al anonimato. Esto ha dado libertad para acceder a los contenidos que nos interesan, pero también ha abierto la puerta a una parte menos luminosa. Dado que en internet nadie sabe quién eres, puedes hacer lo que quieras y quien está aprovechando eso para lanzar contenidos falsos, desinformar o comportarse como trolls.
Las redes sociales se han convertido en el caladero más notable de este tipo de malas prácticas. No es que antes de ellas este tipo de contenidos y actividades no existiesen. Nada más lejos de ello, cierto es. Sin embargo, las redes sociales las han democratizado en cierta manera (nada más fácil que abrirse un perfil en una de ellas y decir lo que apetezca) y, sobre todo, han multiplicado el alcance de sus contenidos hasta alcances que años atrás nos hubiesen parecido insospechados.
Puede que en 2000 circulasen conspiraciones por internet, pero más o menos había que saber dónde ir a buscarlas. En 2020, estas circulaban libremente por el feed de noticias que veía en Facebook la mitad de tu familia.
La percepción de que las redes sociales se han convertido en un caladero todavía mayor para las fake news, la manipulación y la desinformación no es simplemente una sensación. Es un hecho. Los estudios lo corroboran. En 2020, las redes sociales llegaron a sus máximos en la distribución y la popularidad de ese tipo de contenidos.
Esto es lo que acaba de demostrar un estudio del German Marshall Fund of the United States (GMF), que ha analizado, partiendo de la perspectiva estadounidense, lo que pasó en Facebook y en Twitter en términos de distribución de información y desinformación durante el último año. Sus conclusiones son alarmantes. Tanto en Twitter como en Facebook las historias falsas y la desinformación ganaron en términos de engagement.
Máximos en las redes sociales
En Twitter, se registró este año el máximo histórico en distribución de este tipo de contenidos. El problema no está además solo en que este tipo de contenidos circulen entre los perfiles de usuarios en general, sino que además están recibiendo la amplificación de las que deberían ser cuentas seguras, las que tienen el check azul de Twitter.
Un tercio de todos los links que compartieron las cuentas verificadas de Twitter en Estados Unidos apuntaban a medios de desinformación, manipulación o fake news.
Las cosas no son mucho mejores en Facebook. En general, explican en las conclusiones del estudio, Facebook registró este año un declive en las interacciones que generaban los contenidos. A pesar del declive generalizado del engagement en la plataforma, las fake news y la desinformación tuvieron un año bastante bueno.
Sus datos de interacciones fueron superiores a los de los años precedentes y lograron ser dos veces superiores a los que lograron las fake news y la desinformación durante la campaña electoral estadounidense de 2016.
A pesar de los controles
Todo esto ocurrió a pesar de las medidas de control que implantaron las dos redes sociales. De hecho, en el estudio señalan que las medidas que pusieron en marcha Facebook y Twitter podrían haber reducido el alcance y la distribución de este tipo de contenidos. Aun así, 2020 fue un buen año para la desinformación y la manipulación informativa.
La cuestión es problemática a muchos niveles. Lo es para las redes sociales, que pierden en credibilidad y reputación; para las organizaciones públicas, que ven como se manipula a sus ciudadanos y cómo esto impacta en la política común; y lo es para las marcas y empresas, que se mueven en un terreno mucho más complicado y que pueden ser ellas mismas víctimas directas de este tipo de contenidos.
Fuente: Puro Marketing