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La dieta de las 19 horas: come de día y adelgaza de noche

La dieta de las 19 horas: come de día y adelgaza de noche

“Nuestro organismo se acopla a estos ritmos hormonales y funciona como un sistema a dos fases: 1) La fase matutina que se inicia al amanecer, 2) La fase nocturna que se inicia con el ocaso del sol”, señala la doctora Daniela Jakubowicz, endocrinóloga venezolana.

El cuerpo se prepara de una u otra manera, para afrontar el día o la noche, horarios en los que hay diferentes demandas mentales y físicas.

Por la mañana, normalmente, aumenta una hormona llamada cortisol, que es la que nos ayuda a enfrentar las exigencias del día. Si estuviese ausente, no podríamos tener la fuerza necesaria para levantarnos. Por otro lado, cuando nuestro cerebro deja de recibir el estímulo de la luz, comienza a aumentar una hormona que nos lleva a conciliar el sueño, llamada melatonina. Gracias a ella la naturaleza hace dormir a los mamíferos en períodos de oscuridad, incluido el ser humano, y los hace despertar con el comienzo del estímulo lumínico. Por eso, lo ideal es acostarse cuando se pone el sol, y levantarse cuando este nace.

La precursora de la melatonina es una molécula llamada serotonina que cumple muchas funciones en nuestro cerebro. Cuando nos levantamos, la serotonina está alta en nuestro cerebro, pero en forma paralela con la melatonina, va disminuyendo a lo largo del día.

Respecto de esto, podemos señalar que el cuerpo humano secreta o sintetiza diferentes moléculas a lo largo del día, relacionadas con el ritmo día/noche, sueño/vigilia y también, conectados con los momentos de tensión nerviosa o de relajación. Según todos estos movimientos diarios, la calidad y cantidad de alimentos que el cuerpo asimilará será diferente, y podrá ser más o menos saludable.

LOS HORARIOS DE ALIMENTACION

¿Qué importancia tiene todo esto en relación con la alimentación?

A la mañana el cortisol se encarga de subir normalmente el azúcar en la sangre para enfrentar las exigencias del día. Por eso, mucha gente no tiene apetito en el desayuno. A medida que pasan las horas, el cortisol va cayendo y llega a su nivel mínimo a las 19 horas. Por lo cual, no hay estímulo para mantener la glucosa alta y se produce una intensa necesidad de comer carbohidratos. En forma paralela, la serotonina también llega a su mínima expresión a esa hora, lo que potencia la compulsión. Todo esto ocurre en un cuerpo saludable, pero se agrava con el estrés o con una enfermedad.

Durante la mañana, la fisiología nos lleva a comer, en lo posible, carbohidratos de absorción lenta. A partir del mediodía conviene evitarlos ingiriendo principalmente proteínas, que mantendrán los niveles de insulina lo más bajos posibles. Sucede que cuando comemos carbohidratos de absorción rápida se produce una estimulación de la insulina que genera una hipoglucemia y, a las dos horas, vuelve la necesidad de comer estos hidratos, generando obesidad.

El sentido de la nueva “Dieta de las 19 horas” (también conocida como “Dieta circadiana”), se basa en romper este círculo vicioso que puede llevarnos a una compulsión por hidratos en hora vespertina (19 horas).

Considerando que a lo largo del día nuestro cuerpo quema energías y combustible como la glucosa y los ácidos grasos del tejido adiposo, es necesario que el alimento que se incorpora desde la mañana sea una fuente directa de esta energía. Por eso, lo ideal es consumir hidratos de absorción lenta que se depositarán en el hígado como glucógeno y, grasas buenas con alto contenido de omega 3. Teniendo estas reservas, cuando disminuya el cortisol en horas vespertinas, se evitará la compulsión que hace que la mayor parte de la gente engorde.

COMO DE DÍA, ADELGAZO DE NOCHE

Naturalmente nuestro cuerpo responde a distintas hormonas que aumentan durante el día, y a otras que lo hacen durante la noche. Durante el día, estas sustancias están destinadas a que tengamos reserva de energías, dado que en ese tiempo ingerimos los alimentos que nos proveen dicha energía. Este es un proceso “de ahorro o anabólico”.

En cambio durante la noche, mientras dormimos, no ingerimos alimentos y nos transformamos en “catabólicos” (proceso de pérdida de energía).

Todo está perfectamente programado. Cuando sale el sol, nos despertamos y así comienza a aumentar nuestra atención, capacidad de concentración y memoria reciente. También se acrecienta nuestra energía muscular y cerebral para desempeñar distintas funciones. Pero para que esto se pueda dar con normalidad, debemos de ingerir los alimentos apropiados.

Desde el despertar las moléculas que aumentan en su producción son la adrenalina, la dopamina y el cortisol. Gracias a ellas tenemos energía para estudiar y hacer deporte, nos sube la presión, y mantienen los niveles normales de azúcar en la sangre.

De este modo, los alimentos que ingerimos en el desayuno son ideales para mantener un depósito de hidratos (glucógeno) en el hígado y, por lo tanto, es muy bueno comer hidratos en el desayuno, antes del mediodía.

Luego del mediodía la adrenalina, el cortisol y la dopamina van disminuyendo a niveles muy bajos hasta las 19 horas. Si desayunamos correctamente nuestro hígado será el proveedor de azúcar en la sangre por el resto del día, y no habrá necesidad de ingerir hidratos luego del mediodía. Este es el secreto para comenzar a adelgazar y /o mantener el peso.

Durante la mañana, la adrenalina que liberamos mantiene controlada la secreción de insulina. La insulina es la única hormona que puede sintetizar grasa, por esto es tan importante mantener la insulina en niveles bajos. Luego de las 19 horas, la adrenalina cae. Si durante el día comimos hidratos (pastas, papa, pan) esto podría hacer que la insulina se libere haciéndonos aumentar de peso.

Durante la noche, durmiendo bien, se produce el aumento de la serotonina que mantiene la química cerebral en reposo y que provoca el aumento de melatonina (hormona del sueño).

Hasta los 40 años, mientras dormimos también aumenta la hormona de crecimiento. Ella hace que los niños y adolescentes “crezcan durante la noche”. Esta hormona es importante porque mantiene los niveles de azúcar en la sangre normales durante la noche, aunque la adrenalina y el cortisol estén normalmente bajos.

Comer hidratos de noche es un estímulo directo a la insulina, que los absorberá y los transformará en grasa en nuestro cuerpo.