Todos somos conscientes de que el mundo laboral se está transformando: nuevas tendencias demográficas, impacto de la tecnología, cuatro generaciones conviviendo en un mismo espacio laboral, el número creciente de mujeres ejecutivas, etc.
Y estas tendencias nos desafían a contar con estrategias de diversidad que atiendan las necesidades de diferentes grupos y perfiles presentes tanto en nuestra empresa como en nuestros clientes y proveedores.
Pero, ¿qué es la diversidad?
La diversidad es el conjunto de valores, visiones, culturas, saberes organizacionales, metodologías y conocimiento que cada nuevo grupo trae consigo para poner al servicio de la competitividad y responder las amenazas y oportunidades crecientes que plantea la globalización.
Pero comprender el desafío de la diversidad va mucho más allá de reconocer la necesidad de incorporar empleados de distintas edades, razas, géneros, estilos de vida, religión y/o intereses e inquietudes.
La diversidad comprende todas las diferencias que nos hacen únicos y las similitudes que nos conectan.
¿Por qué colocar la diversidad en las agendas corporativas?
En un mundo en el que los negocios avanzan sin fronteras y en el que la premisa es brindar servicio de excelencia y productos a clientes muy variados es necesario contar con una estrategia de inclusión que nos permita, como organizaciones locales, regionales y globales, alinear distintas perspectivas y contribuciones alrededor de un propósito común.
Contar con una estrategia de diversidad brinda mayor habilidad para competir en mercados que también se están volviendo “diversos”, entendiendo la diversidad de nuestros clientes desde nuestra propia diversidad.
Precisamente, una fuerza laboral multicultural se traduce en una variedad de prácticas de innovación provenientes de la conexión entre grupos de distintas culturas, especialidades e industrias.
Gestionando la diversidad
Es evidente que la diversidad es necesaria para competir en el mundo actual. Pero también es cierto que los equipos con integrantes de diferentes orígenes pueden ser más proclives al conflicto y malestar: problemas de género, choques intergeneracionales, variedad de estilos de trabajo, etc.
Por lo tanto, para evitar estos riesgos, la organización debe tener una política explícita de gestión de la diversidad.
En este aspecto, el rol de los líderes es fundamental para promover el diálogo sincero como plataforma del cambio cultural y para realizar acciones que hagan de su empresa un ámbito inclusivo, colaborativo y de respeto mutuo.
Las estrategias de diversidad optimizan el clima laboral, promueven el compromiso y aumentan la comprensión de las necesidades de nuestros clientes.
Una cultura construida sobre la aceptación de las difer