La celiaquía es un trastorno no hereditario, de características autoinmunes que aparece en personas genéticamente predispuestas. Se estima que la enfermedad afecta al 1% de la población y asciende al 5% de la población con problemas reproductivos. En general además de una predisposición genética, existe un elemento disparador que en las mujeres puede ser el primer parto y en los hombres cualquier intervención quirúrgica abdominal.
Se caracteriza por ser una inflamación crónica de la mucosa intestinal debido a la incapacidad para digerir la gliadina, proteína presente en el gluten, componente del trigo, la cebada y el centeno. El sistema inmunitario (las defensas) de las personas sensibles a la gliadina reacciona a esa proteína provocando inflamación y, finalmente, atrofia las vellosidades intestinales responsables de la absorción de nutrientes. Los síntomas típicos de la intolerancia al gluten incluyen diarrea, erupciones cutáneas e hinchazón abdominal. Aunque muchos adultos afectados no indican síntomas intestinales, la mala absorción de nutrientes por el intestino conlleva a menudo desnutrición, pérdida de peso, anemia, osteoporosis, cansancio, irritabilidad y falta de concentración hasta problemas a la hora de concebir.
En la celiquía clásica, diagnosticada en la infancia entre el primer y tercer año de vida y en el adulto entre la tercera y cuarta década, predominan los trastornos gastrointestinales, diarrea, pérdida de peso, hipocalcemia (disminución del calcio), carencia de hierro y deficiencias vitamínicas, especialmente ácido fólico, vitamina B12 y D.
Sin embargo existen otras formas más sutiles que se observan en etapas posteriores a la infancia, que ocasionan infertilidad y abortos repetidos, nacimientos de niños de bajo peso, etc. Muchas mujeres llegan a la consulta sin haber sido diagnosticadas como celíacas y al realizar los estudios necesarios para establecer las causas de infertilidad, los especialistas se encuentran en muchas ocasiones con este problema.
Una vez diagnosticada, es de suma importancia mantener una dieta libre de gluten estricta para reducir masivamente los efectos de la infertilidad.
Además, las mujeres celíacas presentan un retraso de dos años en la aparición de la menarca y un adelanto de entre 3 y 4 años de la menopausia; su ciclo menstrual se ve alterado por amenorreas y presentan una mayor incidencia de abortos repetitivos.
En cuanto a los hombres, los celíacos también poseen mayor riesgo de infertilidad y otros trastornos reproductivos, así como una mayor incidencia de hipoandrogenismo (bajos niveles de testosterona). Esto se traduce en una deficiencia de andrógenos en el cuerpo, lo cual conduce a una falta de virilidad y potencia sexual. Además, se ve también afectada la calidad de su esperma. Una vez más, una dieta libre de gluten sería la solución viable para mejorar estos problemas.
En cualquier caso, el diagnóstico de celiaquía en una mujer con infertilidad conlleva un bajo coste y apenas riesgo, y supone muchos beneficios para su salud, porque los déficits nutricionales asociados a la intolerancia al gluten no solo reducen las probabilidades de gestación, sino que pueden suponer riesgos para el feto.