Las pymes argentinas estamos sobre entrenadas a la hora de enfrentar escenarios cambiantes: a lo largo de la historia debieron enfrentar hiperinflación y convertibilidad, defaults y cepos… Sin embargo, nunca antes en la historia enfrentamos un desafío tan complejo y abierto como el que plantea la nueva economía digital: un contexto en el que la tecnología propone oportunidades prácticamente infinitas de generar nuevos negocios.
Mucho se habla, en consonancia con esta realidad, de la “transformación digital”. Sin embargo, el concepto se ha aplicado poco entre las empresas en crecimiento del país. Concretamente, se trata de aprovechar las innovaciones desarrolladas en los últimos años para implementar modelos de negocios que las utilicen en forma intensiva, de forma que lo que hacemos, cómo lo hacemos o cómo lo planeamos se vuelve esencialmente distinto a cómo se venía realizando en el pasado. Siempre para mejor: más rápido, con más precisión, con mayor eficiencia…
¿A quién aplica este cambio? Potencialmente, a todos. La principal barrera, no obstante, es salir de los paradigmas culturales. Cambiar es difícil. Transformarse, una misión casi imposible. Esto afecta en especial a los incumbentes, es decir, a las empresas que actúan en un determinado negocio y deben cambiar su modelo de negocios: eso implica arriesgar su fuente de rentabilidad actual por otro esquema de generación de ingresos diferente. Este es el motivo que dificulta más la decisión de volcarse hacia la transformación digital.
Pero no hacerlo produce un riesgo mayor: basta mirar las tapas de los diarios para notar los temores de los taxistas frente a la aparición de Uber o recordar la rápida agonía de Blockbuster ante su incapacidad de competir con Netflix y el resto de los contenidos en streaming. Muchas de las industrias están todavía en estados tempranos de transformación: la disrupción de mercado que se vivió en la distribución de música o videos o en los avisos clasificados todavía llegó a todos los segmentos. Por eso, es fundamental dar los pasos de transformación ahora, llegar mejor preparados al momento del salto.
Las tecnologías disponibles para efectuar esta transformación van desde la capacidad de procesar enormes volúmenes de datos a través de herramientas de big data hasta la habilidad de acceder a prácticamente cualquier desarrollo disponible sin realizar inversiones ingentes gracias a la computación en la nube, pasando por la movilidad, internet de las cosas o las redes sociales.
Gracias a este conjunto de innovaciones, cuando hoy se concibe una idea hay enormes posibilidades para validarla, grandes capacidades de prototipación para exponerla, herramientas de segmentación para elegir y evaluar mercados pequeños donde probarla, ingentes oportunidades de tomar datos del mercado sobre cómo reacciona frente a nuestros nuevos productos o a los estímulos que damos… Y sistemas de gestión de negocios que nos permiten crecer sin perder control. Podemos mirar la información y analizarla para tomar decisiones. Podemos aprender de esos datos, de evolucionar en capacidades y automatizaciones gracias a la inteligencia artificial. Podemos adecuarnos tan rápido a la demanda hasta llegar al punto de la personalización.
El tren de la transformación arranca a toda marcha. Es hora de decidir si es momento de subirse o si conviene esperar en el andén, viendo cómo se aleja.