Algunas PyMEs suelen creer que determinados conceptos que maneja la jerga del management le son totalmente ajenos e inaplicables para la realidad que viven. Ante la propuesta de implementación de alguna idea que apunte a mejorar la competitividad, pero que les resulte extraña, la respuesta llega en forma inmediata: “Eso no es para nosotros”, “Somos demasiado pequeños”, “Mi empresa es muy especial” o “No va a funcionar”. Por supuesto que entre esos conceptos “extraños” está la innovación. Entonces, cabe preguntarse: ¿Es importante innovar en las PyMEs? ¿O es realmente cierto que no es aplicable en este tipo de empresas?
Para responder la pregunta es necesario detenerse un instante en definir qué es y para qué sirve la innovación. En sus inicios, el movimiento hacia la innovación se confundió con la creatividad. Más precisamente con un señor creativo y bastante loco que conduce a través de diversos juegos y ejercicios a un conjunto de empleados a expresar aquellas ideas que hasta el momento no habían aflorado. Pero la innovación no es un proceso místico. Tampoco es sentarse a meditar frente al mar esperando que surja esa idea transformadora. Las actividades lúdicas y de meditación deben apreciarse, pero actualmente es muy evidente que la innovación es algo muy distinto a eso. Para ser efectiva, la construcción de esa dinámica grupal orientada hacia lo creativo tiene que encuadrarse en una planificación extremadamente rigurosa de un proceso de innovación. Esa es la única manera en que un conjunto de “ideas creativas” se puedan transformar en negocios concretos y específicos.
Habitualmente suele confundirse el concepto de innovación, se simplifica en la creación de nuevos productos. Pero esa es sólo una de las formas de innovación. Y no es precisamente la más importante. No todos los tipos de innovación son iguales. Aclarando este punto, Gary Hamel establece una clasificación que determina cuatro tipos ordenados de menor a mayor importancia:
• Innovación operativa: está vinculada a la búsqueda fundamentalmente de la preeminencia en la calidad de la infraestructura de los sistemas informáticos de la empresa. Son avances en hardware y software que tienden a disiparse rápidamente, lo cual significa que es muy difícil sostener este tipo de ventajas durante mucho tiempo. En este tipo de innovación encontramos un ejército de consultoras dedicadas a transferir las mejores prácticas de las empresas exitosas hacia aquellas de rendimiento discreto con el objeto de al menos ponerlas en un mismo punto de partida.
• Innovación de productos y/o servicios: también es una ventaja competitiva efímera la que se consigue a partir de este tipo de innovación ya que el ritmo acelerado de los avances tecnológicos permite dejar obsoleto velozmente lo que ayer era un producto de última generación. Lo que es claro hoy en día es que los productos novedosos rara vez confieren un liderazgo duradero.
• Innovación estratégica: supone modelos empresariales audaces que ponen al rojo vivo al mercado en el cual competimos. Un ejemplo emblemático es el de Ryanair, la primera aerolínea de bajo costo en Europa.
• Innovación administrativa: La misma sacude el pensamiento convencional y cambia las reglas de juego vigentes hasta ese momento. Ford y General Motors alguna vez fueron pioneras en la innovación administrativa en el primer cuarto del siglo XX. Este tipo de innovación pone su acento en desafiar los retos que el futuro nos plantea y convertir la innovación en un trabajo de todos los días, creando un entorno laboral atractivo que inspire a la gente a dar lo mejor de sí mismos.
En un contexto en el cual los ciclos de vida de las estrategias es cada vez más breve, quienes trabajamos desde el ámbito académico y profesional debemos desterrar la cultura de la resignación de la PyME que mencionábamos al inicio.
La pequeña y mediana empresa es un emprendimiento comercial como cualquier otro. Atraviesa un momento de su ciclo de vida en el que busca su identidad, consolidar un sistema de valores y desarrollar conocimientos para mejorar su competitividad en los mercados.
Para afrontar estos desafíos necesitan innovar, ya que es la única fórmula que una empresa tiene para buscar el éxito y, una vez alcanzado, sostenerlo en el tiempo. También innovar es la única manera de sobrevivir en un mundo en el que en sus mercados se pelea a todo o nada.
Transformar una PyME en una empresa ágil, veloz e innovadora, significa efectuar un abordaje sistémico que nos permita otorgarle la competitividad suficiente para posicionarse en el mercado con un producto o servicio que se diferencie de sus competidores. Ello debe estar apoyado en la productividad de la PyME. La única manera de lograrlo en un contexto inestable, turbulento y cargado de incertidumbre es aplicando un proceso de innovación permanente. Se convierte así en un término imposible de ignorar en el vocabulario y en cada acción de las pequeñas y medianas empresas.