Pese a que el mito del genio solitario es casi parte del imaginario colectivo, lo cierto es que la innovación en la empresa no tiene lugar cuando las personas se aíslan. La invención verdaderamente productiva requiere la confluencia de mentalidades con perspectivas diferentes, mentalidades que incluso se le escapan al innovador. Varios estudiosos de la creatividad en la empresa sostienen esta tesis y se plantean la utilidad de los braimstorming.
Esta es una de las ideas principales que el investigador Keith Sawyer de la Universidad de Washington en Sant Louis, expone en su último libro, titulado “Genios en Grupo”. En él, nos introduce en un método científico llamado análisis de la interacción para el estudio de la creatividad. Mediante el estudio de la indicaciones verbales, del lenguaje corporal y llevando a cabo ajustes durante los procesos de innovación en grupo, Sawyer muestra que lo que experimentamos con un flash de inspiración, nos ha sido realmente dado antes gracias a una interacción con los demás.
“Hoy, la innovación no es una ruptura repentina con el pasado, no es una inspiración brillante que alguien tiene en solitario para salvar una empresa”, dice en el libro. “Es justamente lo contrario: la innovación hoy es un continuo proceso de pequeños y constantes cambios; se construye dentro de la cultura de las compañías que triunfan”.
Como recuerda la experta Janet Rae-Dupree en un artículo aparecido en el New York Times esta idea es compartida por muchas empresas. Por ejemplo Ed Catmull, presidente de la empresa de dibujos animados Pixar Animation Studios, lo describe como “creatividad colectiva” en un artículo publicado por la Harvard Business Review y titulado “Cómo Pixar impulsa la creatividad colectiva”. Para Catmull, la creatividad involucra a un gran número de personas de diferentes disciplinas trabajando para resolver un problema. “La creatividad debe estar presente en todos los niveles artísticos y técnicos de la organización”, apunta.
Los braimstorming
Estas pinceladas nos obligan a hacernos algunas preguntas sobre los famosos “braimstorming” o tormenta de ideas. Esta herramienta ya clásica fue introducía por Alex Osborn en 1948. A lo largo de estos veinte años, muchos estudios han demostrado su falta de eficacia. El investigador y escritor Drew Boyd, por ejemplo, considera que tiene su sentido en términos de proceso en grupo, pero se equivoca en el método.
La tormenta de ideas, sostiene Boyd, es la herramienta con la que menos resultados se obtienen hoy en las empresas. Tradicionalmente, los braimstorming giran alrededor de la falsa premisa de que, para coger buenas ideas, los grupos deben “parir” una larga lista a partir de la cual elegir la mejor. Los investigadores han mostrado sin embargo que las personas que trabajan solas generan más ideas que los grupos actuando concertadamente. El problema es este: cuando se lanza una idea para ser considerada por los demás, se tiene miedo al fallo. Por ello, muchos trabajadores que tratan de medrar en la empresa mantienen sus mejores ideas ocultas hasta que ven el momento de hacerlas públicas.
En lugar de identificar un problema para después buscar sus soluciones, Boyd sugiere dar la vuelta al proceso: descomponer un producto o un proceso exitoso en partes separadas y estudiarlas para encontrar otros usos potenciales. Este proceso de “pensamiento inventivo sistemático” genera ideas “pre-inventivas” que pueden llegar a ser una innovación.
Kapro Tools, en colaboración con una empresa israelí Systematic Inventive Thinking, usó este método para crear un nuevo tipo de nivel para ayudar a construir pendientes más suaves y, de esta manera, mejorar los drenajes. La innovación es un deporte en equipo. Hay una dinámica que ocurre entre personas y produce resultados que no puede ver un individuo.
Hasta Albert Einstein
Incluso Albert Einstein, el genio por excelencia, necesitó de un grupo para perfeccionar sus inspiraciones. Por ejemplo, algunas de las derivaciones de su famosa ecuación E=mc2 contenían errores, y no fue hasta 1911 que otro científico, Max von Laue, desarrolló una prueba correcta y total.
Internet es el mejor ejemplo de que la innovación nace del trabajo en red. Reframeit, una empresa Web 2.0 ha creado un espacio virtual en un navegador de Internet donde los usuarios pueden intercambiar comentarios sobre cualquier página. “Las mejores innovaciones ocurren cuando tenemos una red de gente con diferentes experiencias para solucionar un problema”, dice Robert Fishkin, director ejecutivo de esta empresa, en el New York Times.
Eso es exactamente lo que innovadores de una docena de sistemas asistencia médica en los Estados Unidos tenían en mente cuando formaron el Innovation Learning Network. Esta red de innovación fue creada para que las nuevas tecnologías y procesos en este sector tardaran menos en ser implantados.
Lo que empezó siendo una prueba que duraría un año es hoy una red permanente que está llevando a cabo proyectos concretos. De esta manera, algunas innovaciones que llevarían dos o más años de implantación, sólo se demoran uno. “El esfuerzo del grupo nos ha permitido movernos mucho más rápido y triunfar también mucho más rápido”, comenta Chris McCarthy, que liderado este proyecto.