Pasó de ser el buque insignia de la surcoreana a convertirse en un aparato peligroso para ser usado.
El 2 de agosto de este año, Samsung presentó el Note 7 durante un evento en Nueva York (EE. UU.) Entre las características destacadas del equipo están la pantalla curva y resistencia al agua.
“Les estamos pidiendo a los usuarios que apaguen sus Galaxy Note 7 y los remplacen tan pronto como sea posible”. La frase de DJ Koh, el presidente de Comunicaciones Móviles de Samsung Electronics, no intenta disimular la urgencia con la que el gigante surcoreano tuvo que ordenar una recogida masiva de lo que se creen son al menos dos millones y medio de sus recién lanzados teléfonos inteligentes debido a una falla que ha provocado un inusual número de incidentes de explosiones en sus baterías.
Hasta ahora hay registro de al menos 35 casos, revelados por el propio fabricante. Uno de estos involucra a un niño de seis años en Nueva York que, según reportó The New York Post, recibió quemaduras cuando el aparato le explotó en las manos. En otro episodio, un hombre del estado de Florida (EE. UU.) grabó el incendio de su automóvil, en el que, según dijo, había dejado cargando su Note 7.
La firma anunció que comenzará a entregar teléfonos de reposición el próximo lunes. Se trataría de aparatos de su línea J como reemplazo temporal (mientras llegan Notes con baterías sin defectos) o teléfonos de la serie Galaxy 7 si el usuario quiere cambiar su Note definitivamente.
Pero muchos observadores temen que el daño esté hecho. Las acciones de la compañía, la más importante de su país, cayeron un 7 por ciento al cierre de la jornada de este lunes, hasta 1,46 millones de wons (unos 1.318 dólares). Es su nivel más bajo en dos meses y la caída diaria más importante en un solo día en lo que va del año.
Varias compañías aéreas han prohibido el uso del teléfono en sus aviones. De hecho, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) advirtió a los pasajeros que no deben usar el teléfono en aviones y que si llevan uno debe ir apagado, en el equipaje de bodega.
Por su parte, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor (CPSC) de Estados Unidos ha recomendado que los Note 7 se dejen de usar de inmediato. Se especula que, esta semana, esa agencia podría ordenar un recall generalizado del dispositivo, lo que en la práctica haría ilegal su venta en Estados Unidos.
Mientras ratifica su voluntad de colaborar con las autoridades para evitar nuevos incidentes, la empresa, que asumió voluntariamente la tarea de recoger las unidades defectuosas, enfrenta la perspectiva de masivas pérdidas.
Medios surcoreanos especulan que solo la operación de recogida podría representar un golpe a sus finanzas del orden de los 1.000 millones de dólares. Algunos analistas estiman que el defecto podría terminar costándole a Samsung casi 5.000 millones de dólares en ingresos perdidos este año.