Como suele ocurrir en todas las ocasiones en las que un elemento se pone poderosamente de moda o empieza a generar análisis y conversaciones, todo el mundo parece decidido a emplearlo o, cuando menos, a hablar de él y, por supuesto, a intentar integrarlo como un elemento triunfador en sus estrategias de negocio. Sin embargo, todo el interés creciente que algo despierta entre los consumidores, las marcas y los responsables de estas últimas no quiere decir necesariamente que ese elemento haya conseguido ya su máximo esplendor o que sea realmente ya empleado de forma eficiente. Lo cierto es que, en muchas de esas ocasiones, lo que está ocurriendo es que todo el mundo quiere estar en esa cuestión que parece estar de moda, quieren ser de los primeros en usarlos y, sobre todo, quieren ser capaces de capitalizar el pico de interés que esa cuestión despierta.
Y, quizás, eso es lo que esté ocurriendo ahora con la realidad virtual. La realidad virtual se ha convertido en uno de esos temas de los que todo el mundo parece estar hablando en los últimos tiempos y que parece haber impactado en prácticamente todas partes. Si hasta ha llegado a las tiendas low cost, donde empiezan a verse gafas de cartón para hacer un remedo de realidad virtual a bajo precio, para ver claramente cómo se ha popularizado la cuestión.
Para las marcas, la realidad virtual es un elemento con muchísimo potencial que podría permitir llegar a los consumidores de un modo mucho más complejo y mucho más eficiente que muchos de los elementos que las marcas ya están empleando. La realidad virtual permite crear experiencias inmersivas, con una calidad tan elevada (es como estar en la vida real) que tiene el potencial para modificar de forma definitiva la atención al cliente, los procesos de venta, el marketing de contenidos o, por ejemplo, el cómo se sirve la publicidad.
Todo este potencial ha hecho que las marcas se hayan volcado de forma superior a intentar descubrir cómo aprovechar el tirón de la realidad virtual y de estas herramientas, aunque no por ello esto supone que la realidad virtual esté ya en un nivel realmente eficiente. Es decir, ¿es la realidad virtual en realidad mucho ruido y pocas nueces? ¿Se está inflando una burbuja de atención sobre algo que al final en realidad aún no puede ser realmente empleado?
La realidad de la realidad virtual
Quizás esta sea la situación y quizás las marcas se estén lanzando demasiado a intentar posicionarse en la realidad virtual cuando la realidad virtual ni es tan necesaria ni está tan desarrollada como para que ahora sea su momento. Ese es el punto de partida de un reciente análisis de Forrester, que señala que las marcas se están obsesionando con la realidad virtual, aunque antes deberían preguntarse si realmente la necesitan ahora mismo. El estudio no niega que la realidad virtual vaya a ser un elemento determinante para cambiar las cosas en el futuro. Lo que no tiene tan claro es que lo esté siendo ahora y que las marcas lo tengan que emplear ahora.
Como apuntan en Warc, que recoge las conclusiones del estudio, partiendo de su análisis se podría decir que la realidad virtual es ahora más hype que sustancia.
¿Cuáles son los problemas de la realidad virtual? Según el análisis, ahora mismo los costes de producción son muy caros, la producción de contenidos es todavía muy cara y la penetración de los dispositivos es aún muy baja. Un número importante de consumidores aún no han usado un dispositivo de realidad virtual en su vida y otro porcentaje importante ni siquiera han oido hablar de la cuestión. De hecho, las estimaciones de la firma de análisis es que la adaptación masiva de la realidad virtual no llegará, al menos, hasta los próximos cinco años.
Todo ello hace que las oportunidades que genera la realidad virtual sean ahora mismo limitadas. En el futuro, las cosas serán diferentes y su potencial es muy elevado, pero lo cierto es que, mirando los datos, no se puede decir que hayan llegado ya esos cambios.
Fuente: Puro Marketing