Conocer las características que definen a este perfil de consumidor es clave para lograr su identificación con una determinada marca
Son uno de los estratos de población más importantes para las empresas y razones no les faltan para ello, porque los millennials constituyen un conglomerado de usuarios que solo en Estados Unidos alcanza los 80 millones de personas o lo que es lo mismo: el 25% de su población. Una generación de potenciales clientes que cuenta con una serie de características concretas pero que en su horizonte próximo se halla la adquisición de productos y servicios de estas compañías.
Sin embargo, más a menudo de lo que debieran las marcas no saben atender a las necesidades e intereses de los millennials. El motivo es sencillo: desconocen cuáles son estas. Y lo hacen porque se fijan en la cifra que este tipo de cliente supone, dejando de lado que estamos hablando de personas. Es por ello que las empresas han de optar por llevar a cabo la construcción de una marca que sea capaz de enganchar a este consumidor, cada vez más exigente con aquello que le rodea.
Un objetivo para el que es necesario, ante todo, conocer qué es lo que pasa por la mente y el comportamiento de los usuarios de entre 18 y 34 años de edad. Solo así las empresas serán capaces de acercarse a ellos, interactuar de la manera correcta y ganarse su confianza. De ahí al establecimiento de una relación de fidelidad marca-cliente solo habrá un paso.
Las cuatro “íes” de los millennials
En este sentido, para conocer el funcionamiento de los millennials, hay que partir de uno de sus rasgos característicos: que se mueven por lo que los expertos denominan las tres íes. Estas no son otras que su individualidad, influencia e información. De este modo, las marcas deben considerar el componente individual de los millennials y tener en cuenta que estos están orgullosos de ser tremendamente individuales, tanto en lo relativo a sus compras como en la búsqueda de los productos y servicios que demandan. Es por ello que las empresas deben apostar por realizar productos, servicios y campañas de los que se desprenda la expresión de individualidad, con la que los millennials se identificarán.
Del mismo modo, los millennials se caracterizan por ejercer una mayor influencia sobre otros estratos de población que las generaciones que los preceden. No por nada son nativos digitales que tienen acceso a la información en cantidades ingentes, la cual es compartida a través de distintos tipos de dispositivos y plataformas, donde las redes sociales mantienen una postura hegemónica.
En paralelo, ninguna marca debería extrañarse, y por tanto apostar por esta categoría, de que los millennials sean consumidores especialmente informados. Una característica, el “hambre de información” que hace pensar a los componentes de esta generación como el grupo que más cantidad de datos consume, en multitud de formatos. De ahí que los vendedores se deban valer de las nuevas tecnologías para satisfacer este interés y necesidad de los jóvenes consumidores millennials.
Atención a las cuatro “p” de estos consumidores
Pero para ganarse la confianza de los consumidores millennials y que estos apuesten por una marca realmente hace falta que estas tengan en cuenta los cuatro rasgos más distintivos de este grupo de consumidores, que se resumen en lo que los expertos denominan las cuatro “p” millennials.
La primera de ellas es su fuerte contenido “pro-social”. Ello se debe a que esta generación está mucho más preocupada que sus mayores sobre las marcas y se preocupan por establecer diferencias entre ellas. De ahí que las compañías deban cuidar mucho este aspecto pro-social si desean ganarse la atención en el largo plazo de estos consumidores.
Asimismo, los millennials son internacionalmente conocidos por la relación que mantienen con sus padres, hasta tal punto que estos ejercen una relación muy influyente a la hora de que los jóvenes consumidores se decanten por comprar los productos o servicios de una marca u otra. Para ello, tienen en cuenta sus opiniones y valoraciones y en muchos casos suelen repetir los hábitos de conducta de sus progenitores. La tercera p es, en castellano, una f. F de foto. Las miles de imágenes a las que los millennials están expuestos, bien a través de las redes sociales como PInterest e Instagram, bien a través de otros soportes más tradicionales. Una sobre exposición que más que alejarlos de estos contenidos los acercan a las marcas que se comunican a través de ellos.
Por último, las marcas han de velar por contener uno de los rasgos fundamentales de los millennials: la pasión. Y es que estos consumidores han sido educados para conseguir aquello que buscan. Un objetivo cuya consecución depende del trabajo, del esfuerzo y de otros indicadores fundamentales, como la pasión. Esa categoría que hace que uno se mueva hacia un lugar u otro y que las marcas deben demostrar si desean influir sobre esta tipología de consumidor.