Las empresas del sector privado están adoptando políticas de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) no sólo para salvar al planeta, sino también porque deben hacerlo para sobrevivir y prosperar.
De acuerdo con el International Business Report (IBR) de Grant Thornton International, el 65% de las empresas privadas creen que las presiones sobre el reclutamiento y retención de personal son el principal impulsor de la RSE, seguido de cerca por las preocupaciones por la administración de costos (63%), lo cual sugiere que el control de costos no sólo es bueno para los negocios sino también para la ética de negocios.
Si bien las compañías multinacionales pueden realizar actividades de RSE para promover su reputación, las empresas privadas están ignorando las costosas campañas de relaciones públicas y enfocándose en aspectos básicos, buscando volverse más atractivas como empleadores y proveedores.
A nivel mundial, el 71% de las empresas promueve activamente la salud de su personal, el 64% promueve la igualdad y diversidad, y el 62% cuenta con prácticas de flexibilidad laboral, beneficios que anteriormente se asociaban a los grandes empleadores.
Estas estadísticas –de acuerdo a lo que postula la investigación- muestran que la elección de las personas en lo que se refiere a dónde trabajar está influenciando el comportamiento empresarial a nivel de empresas del sector privado.
De igual forma, el 56% de las organizaciones privadas reporta haber adoptado formalmente políticas de RSE transparentes, una medida de la influencia que ejercen las empresas ubicadas en lo más alto de la cadena de oferta sobre sus potenciales proveedores.
La RSE en las empresas locales
Para las empresas encuestadas en la Argentina, el principal factor mencionado como impulsor de prácticas de RSE fue la actitud pública y construcción de la marca con un 69% de directivos argentinos votando esa opción.
Comparado con países como Brasil y México, la Argentina está muy por debajo dado que México lideró esta categoría mundialmente con un 89% y Brasil obtuvo un 81% (el promedio global fue de 56 por ciento).
Según destaca el informe de Grant Thornton, “en términos generales, las compañías argentinas no sobresalieron en materia de responsabilidad social dado que en todas las categorías encuestadas se ubicaron muy cercanos al promedio global”.
En orden de importancia, los empresarios argentinos mencionaron a las actitud pública/construcción de marca (69%); el reclutamiento /retención de personal (60%) y la administración de costos (60%), en donde Brasil y México ocuparon el primero y segundo lugar mundial con 87% y 85%, respectivamente; la desgravación fiscal (43%); la preservación del planeta (40%), con Brasil en lo más alto nuevamente (84%); las relaciones con inversores (38%); y las presiones por parte del gobierno (35%).
Al respecto, Enrique Langdon, co-managing partner de Grant Thornton Argentina, asegura que “muchas empresas del sector privado en la Argentina están siendo presionadas por sus clientes multinacionales para volverse proveedores más éticos. Como resultado, las credenciales en materia de RSE se están volviendo una prioridad para las compañías argentinas que compiten en el mercado global”.
En tanto, Alex MacBeath, líder mundial de servicios a empresas del sector privado, asfirma que “las empresas privadas deberían ser aplaudidas por los avances que están haciendo en materia de RSE”, y agrega: “Si bien tienen menos responsabilidad ante múltiples grupos de interés que las compañías que cotizan en bolsa, y a pesar de su escasez de recursos, experiencia y presión de sus pares para desarrollar mejores prácticas, la masa crítica pura del sector privado hace que sus esfuerzos colectivos tengan un impacto significativo en el panorama global de la RSE”.
Según MacBeath, las empresas privadas están priorizando la acción antes que el estilo en sus actividades de RSE y se están enfocando en sus resultados financieros, pero sus esfuerzos corren el riesgo de ser opacados por el “ruido” de las multinacionales.
“Quienes son dueños de empresas privadas cuentan con la ventaja de la rapidez por sobre las multinacionales, ya que sus políticas éticas pueden ser adoptadas mucho más velozmente que dentro de las estructuras más complejas de empresas más grandes. Las compañías privadas que incorporen prácticas de ética de negocios rápida y eficientemente sobrevivirán y prosperarán, ya que podrán asegurarse una fuerza de trabajo calificada y contratos a futuro con empresas multinacionales”, asegura Alex MacBeath.