El 20 de junio de 2009, el periódico británico The Times publicó un editorial escrito por Jeroen van der Veer, CEO de la petrolera Royal Dutch Shell, con el título “La carrera por crear un nuevo mundo de energía ya comenzó”.
En este artículo, se describe con mucha claridad la visión de las petroleras sobre el futuro y los desafíos que enfrenta el mundo para ir reemplazando progresivamente a los combustibles fósiles por otras fuentes de energía.
A continuación, reproducimos algunos de los párrafos más interesantes de la editorial:
“Estamos en el amanecer de un nuevo futuro energético, que será potenciado por las energías alternativas y combustibles fósiles más limpios. Si los gobiernos adoptan las políticas correctas y dan los incentivos necesarios, para mediados de este siglo las distintas formas de energía renovables suplirán alrededor del 30 por ciento de la energía del mundo.
Según los expertos de Shell, para el 2020, aproximadamente el 15 por ciento de los autos que recorrerán el mundo serán eléctricos o híbridos, similares al actual Toyota Prius, y podrán enchufarse en lugares públicos para recargar sus baterías.
Después del 2030, los autos impulsados por hidrógeno usando una celda de combustible serán una pequeña parte del total, pero creciendo significativamente dentro de un parque automotor mundial, que se proyecta que se duplicará para el 2050.
Al mismo tiempo que los autos se convierten en más eficientes, también se producirán cambios en la industria de generación de electricidad, en particular relacionados con su huella ambiental.
Se espera que, para mediados de siglo, las energías renovables, ya sea solar, hídrica y eólica, representarán aproximadamente un 30 por ciento del total generado, versus sólo un 18 por ciento en la actualidad.
Para el 2050, los combustibles fósiles, (carbón, petróleo y gas natural) continuarán suministrando todavía un poco más de la mitad de la energía del mundo. Esto puede ser visto como un puente hasta una era donde las energías renovables sean capaces de reemplazarlos.
Mientras el mundo avanza en el desarrollo de estas nuevas energías, también debe continuar explorando nuevas fuentes de petróleo y gas natural y hacer los esfuerzos necesarios para que los combustibles sean más limpios, reduciendo la producción de CO2 asociado con su uso”.
A través de este artículo firmado por su CEO, Shell ofrece su visión sobre los actuales desafíos del sector petrolero y la carrera hacia un nuevo futuro energético.
Y esta visión es, sin duda, compartida por la mayoría de las grandes petroleras mundiales que, en los últimos años, han lanzado numerosas iniciativas para desarrollar nuevas fuentes de energía y para adaptar sus operaciones a las exigencias de una sociedad preocupada por el medio ambiente y que espera una contribución positiva de las empresas.
En general, hasta mediados de los años 90, el compromiso ambiental de las petroleras se orientaba al cumplimiento de las regulaciones gubernamentales y el control de las emisiones de gases de sus refinerías. Con el tiempo, sin embargo, sus planes e inversiones fueron ampliándose y vinculándose cada vez más con las energías alternativas, los biocombustibles y las nuevas tecnologías.
BP, más allá del petróleo
British Petroleum, por caso, en la década del 90 cambió su nombre a solamente BP y adoptó el lema “beyond petroleum” (más allá del petróleo).
Así, comenzó a invertir fuertemente en generación eólica, tanto en los Estados Unidos como en Europa. Hoy, opera granjas de generación de electricidad a partir de energía eólica en cuatro estados con una capacidad superior a 1000 MW.
Asimismo, una subsidiaria de BP posee plantas de generación eléctrica a partir de energía solar en los Estados Unidos, España, China e India e instala sistemas de paneles solares para pequeños y medianos consumidores.
Shell y los biocombustibles
Shell, que en algún momento realizó importantes inversiones en la producción forestal, ha apostado fuertemente al desarrollo de biocombustibles de tercera generación.
Recientemente inauguró en Freiberg (Alemania) una planta que permitirá producir 18 millones de litros anuales de biocombustibles sintéticos mediante un proceso denominado Biomass to Liquids (BTL). Con este proceso, es posible obtener diesel de alta calidad a partir de la gasificación de residuos con algún contenido de carbono.
Por otro lado, para satisfacer sus necesidades de biocombustibles en el corto plazo, Shell compró el 50 por ciento de Tropical BioEnergia S.A., que produce etanol a partir de caña de azúcar en su planta del estado brasileño de Goias.
Exxon Mobil y el biocombustible en base a algas
En julio de 2009, el gigante petrolero Exxon Mobil anunció una alianza con Synthetic Genomics, Inc. (SGI), una biotecnológica líder con sede en California, para investigar la producción de biocombustibles a partir de la fotosíntesis de algas. La compañía confirmó una inversión de 600 millones de dólares para este programa a desarrollarse en un plazo de 10 años y que, de ser exitoso, permitirá fabricar biocombustibles a escala comercial.
La producción de biocombustibles a partir de algas presenta algunas ventajas sobre los que se basan en la soja o el maíz. Permite obtener mayor cantidad de producto por área cultivada y el proceso reduce el nivel de gases de efecto invernadero (porque, durante su crecimiento, las algas consumen CO2).
Las petroleras y la reducción de la contaminación
En los últimos años, las petroleras han desarrollado diversos programas para recortar los niveles de contaminación de sus combustibles y mejorar la eficiencia energética de sus operaciones. En general, se han autoimpuesto ambiciosas metas para la reducción de las emisiones en la producción y refinación de petróleo.
Exxon Mobil, por ejemplo, se ha propuesto reducir sus emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2) y otros gases en un 70 por ciento para el año 2012 (versus los valores del año 2002, que fue adoptado como base). Todos los años reporta los avances logrados en un informe especial sobre el cuidado del medio ambiente en sus operaciones.
La petrolera francesa Total, por su parte, se ha propuesto recortar en un 20 por ciento las emisiones de SO2 y otros hidrocarburos volátiles de todas sus refinerías para el 2010 (en relación con los valores base de 2004). BP anunció que, en 2008, logró reducir en un 10 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero de todas sus operaciones, con relación con los valores de 2001.
En definitiva, todas estas iniciativas reflejan un cambio positivo de las grandes petroleras en relación al medio ambiente.
No obstante, el futuro todavía no ha sido escrito. Aún está por verse el rol que jugarán las petroleras internacionales en el escenario energético de las próximas décadas, un rol que dependerá, seguramente, de la visión de sus líderes y de su capacidad para adaptarse a los cambios que ya se observan en la sociedad global.