En toda sociedad la sexualidad es interpretada, hablada y valorada por una multiplicidad de discursos, que provienen tanto del campo de los “expertos” como de los individuos en general. Sin embargo, lo verdaderamente importante es conocer cuáles son sus necesidades, sus miedos, sus preferencias .
Al profundizar en los valores con los que se identifican los jóvenes al hablar de la sexualidad y la relación de ellos con los medios de comunicación, descubrimos que los jóvenes eligen compartir sus vivencias sexuales con sus pares. Privilegiando su propia percepción, rechazan la pornografía porque la consideran “vulgar” mientras que prefieren las imágenes sensuales y sugestivas.
Los jóvenes se sienten identificados cuando comparten con sus pares distintas experiencias, anécdotas, vivencias relacionadas con el acontecer sexual. Frente a un mundo que les despierta curiosidad y temor a la vez, y tratándose en muchos casos de un lugar desconocido para muchos de ellos, prefieren charlar con sus amigos cualquier inquietud que les despierte la sexualidad.
Entre los temas que suelen conversar se encuentran aquellas situaciones que sienten como propias y que al compartirlas con sus amigos y descubrir que “a ellos también les ocurre lo mismo” los hace sentirse liberados y menos avergonzados. Consideran que hablar sobre las estrategias de seducción para conquistar a una mujer, por un lado les permite enriquecer su conocimiento y por el otro, elevar su autoestima cuando descubren que sus aportes son valorados por los otros. El intercambio de vivencias, deseos y fantasías personales los acerca. Para los jóvenes, la experiencia compartida con sus pares les devuelve la confianza en sí mismos, les permite explorar la sexualidad sin culpas y relajarse más a la hora de abordar una relación sexual.
Cuando se les consulta sobre los aspectos asociados a la seducción, la mayoría coincide en que la sociedad exalta determinados valores segmentadores a los que no sólo no adhieren sino que rechazan con firmeza.
El machismo asociado a la figura de “winner”, el exitismo ligado al dinero y al poder, la objetualización de la mujer, y la seducción como un aspecto meramente instrumental les genera un dilema sexual ya que estos aspectos muchas veces aportan contención frente al gran enemigo que es “la inseguridad y la timidez”. Los jóvenes no se sienten representados por estos valores aunque admiten que una gran parte de la sociedad los enaltece y que ayudan a la hora de “encarar a una chica”.
A la hora de obtener más información sobre la sexualidad, los jóvenes aseguran que no necesitan buscar en libros o enciclopedias porque la información a la que están expuestos es más abundante que nunca y que en Internet encuentran todo lo que necesitan saber.
No descartan las revistas con contenidos sexuales aunque prefieren los tratamientos sugerentes y de calidad al material pornográfico, ya que éste no les permite la aparición de fantasías sexuales y en la mayoría de los casos lo consideran “vulgar”. Privilegian las imágenes sugerentes sobre los contenidos más explícitos.
Aunque las fotos de las chicas es lo que más aprecian de la revista, los jóvenes afirman que deben contar también con información, sino su contenido se vuelve monótono.
Los segmentos más jóvenes no se declaran consumidores de ninguna revista para hombres; confiesan que la consiguen a través de un amigo o bajan las fotos por Internet. Sólo deciden comprarla cuando la modelo de tapa es realmente atractiva. Los jóvenes prefieren los consejos para conquistar mujeres y las entrevistas a personajes de actualidad. Los más grandes se confiesan más exigentes con los medios gráficos: anteponen una estética cuidada, sobria y con buena ambientación. Para ellos, la sutileza de la tapa invita a ver el contenido. Lo explícito pierde terreno frente a la sutileza y la insinuación.