Dado que cada vez hay más cosas entre las que repartir nuestro tiempo de atención, las que logran capturarlo lo pierden antes
Hace unos años, un estudio de Microsoft se hizo viral. Apareció en todas partes y en todo tipo de medios y soportes. De hecho, fue uno de esos elementos noticiosos que parecía no estar llamado a morir, al menos no a hacerlo con la rapidez habitual con la que ese tipo de estudios suelen acabar cayendo. La clave para este pico de interés estaba en la conclusión que había alcanzado: según aquel estudio, en la era de internet, los seres humanos tenían una ventana de atención menor que la de un pez de colores.
Desde entonces, es bastante habitual acabar tropezando con el dato cada vez que se habla de cualquier tema que tenga que ver con la atención y con los consumidores. Cada vez prestamos menos atención a las cosas, o al menos eso es lo que nos han ido repitiendo los estudios y los análisis, y cada vez resulta más complicado que nos centremos en un tema concreto.
Somos cada vez más dispersos porque cada vez hay más cuestiones intentando capturar nuestra atención, lo que hace que nuestro cerebro tenga cada vez menos claro a qué dedicar nuestro tiempo y también que tiene que ser muy rápido si quiere amortizar los momentos. Saltamos de tema en tema de forma superficial casi como una manera de supervivencia.
Y, según acaba de demostrar un estudio, el efecto que esta cada vez menor falta de atención tiene llega a más áreas. Como ha señalado un estudio recientemente publicado en Nature Communications y realizado por un equipo europeo de expertos, la ventana de atención colectiva ha ido menguando en los últimos años y lo ha ido haciendo además en todos los terrenos. No es solo que prestemos cada vez menos atención a los mensajes que nos asaltan en la calle o en lo que leemos en internet, sino que también lo hacemos en redes sociales, búsquedas online, lectura de libros o popularidad de las películas.
Los investigadores creen que el hecho de que la oferta sea cada vez mayor y que los consumidores tengan cada vez más y más donde escoger hace que la oportunidad de cada una de estas cosas sea menor.
Las cosas de moda perecen antes
Es decir, no hemos reducido en general nuestro tiempo de atención. Sigue siendo el mismo, pero ahora tiene que repartirse entre muchas más cosas y por tanto es más pequeño.
“Parece que el tiempo de atención destinado en nuestras mentes colectivas tiene un tamaño concreto, pero que los elementos culturales que compiten por esa atención son cada vez más”, explica Sune Lehmann, uno de los responsables del estudio. “Esto podría apoyar la aseveración de que se ha vuelto más complicado seguir el ciclo de noticias, por ejemplo”, añade.
Las cosas van más deprisa porque hay más donde escoger y por tanto el tiempo tiene que repartirse más. Los tiempos que cada cosa ‘de éxito’ logra tienen que caer para que tengamos tiempo para todo.
El estudio lo demuestra, por ejemplo, viendo cómo ha cambiado el tiempo de éxito de un trending topic. Si en 2013 un hashtag de éxito lograba quedarse entre los 50 más populares durante 17,5 horas, en 2016 ya solo lo conseguía 11,9 horas. La misma tendencia se puede encontrar, por ejemplo, con las estructuras de palabras triunfadoras entre los libros de éxito o las películas del momento. Los elementos de éxito desaceleran antes.
Perder la ventana de éxito más rápido
Y esto es un elemento muy importante para las empresas porque ya no se trata de que lograr la atención individual del consumidor sea más complicado (como han ido demostrando los estudios anteriores) sino que también las cosas del momento se queman antes (como ha demostrado ahora este estudio).
Las ventanas de atención colectivas, el momento en el que algo está de moda, se habrían hecho más pequeñas. Las marcas y las empresas no solo tienen que prepararse para lograr ese cada vez menos fácil éxito sino que además también tienen que asumir que ese momento será cada vez más corto.
Fuente: Puro Marketing