Las empresas deben cambiar sus estrategias si quieren ganar la confianza de estas consumidoras, con gran potencial presente y futuro
Los consumidores millennials son un estrato de potenciales clientes en el que las marcas han puesto el foco y es fácil verlas competir por llamar la atención de esta selecta audiencia, que se caracterizan por haber nacido en un momento histórico determinado (a partir de 1980), porsu anexión a las nuevas tecnologías y su capacidad de gasto. Sin embargo, ¿son todos los consumidores millennials iguales? ¿O más bien son las marcas las que tienen a homogeneizarlos y a dirigir su atención a un único tipo de consumidor millennial?
Lamentablemente los tiros apuntan en la segunda dirección. Y es que las empresas piensan, dadas sus estrategias, que los consumidores millennials tienen el mismo género, hombres, dejando de lago a un segmento de mercado diverso, exigente y potencialmente interesante a nivel lucrativo para estas como son las mujeres millennials. Una curiosa paradoja pues resulta que estas féminas, a pesar de ser económicamente independientes y contemplar un poder más fuerte que nunca en términos de compra, no resultan interesantes para las marcas y los vendedores, que las obvian en sus estrategias.
Así, y por norma general, las empresas no suelen centrar sus comunicaciones en la participación de las mujeres, a pesar de que estas consumidores reconocen otorgar altos niveles de compromiso hacia las marcas. Es ahí donde los negocios están fallando, al no tener en cuenta la oportunidad de negocio que suponen para estas las consumidoras del Milenio, de las que Forbes da las principales claves en torno a su comportamiento y estrategias a seguir por parte de las marcas para ganárselas como clientas
Ni son un grupo, ni se las debe obviar
En este sentido, el error más importante que cometen las marcas es tratar a todas las consumidoras millennials como un grupo. Y es que estas fallan al tratarlas de manera igualitaria pues dentro de este estrato de usuarias existen desde estudiantes de secundaria hasta mujeres que rozan y sobrepasan los 30, con un algo poder adquisitivo, lo que hace que las marcas deban guiar sus estrategias comerciales a través de distintas direcciones.
Del mismo modo, las marcas han de hilar fino a la hora de lograr captar la atención de las mujeres de este rango de edad. Y es que las millennials prefieren asociarse con marchas que se diferencien en lo que respecta a la toma de decisiones y tendencias. Es por ello que las mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 34 años quieren que las empresas sean las responsables de proporcionarse sus fuentes de inspiración a la hora de comprar.
En paralelo, esta publicación subraya una tendencia contradictoria por parte de las mujeres millennials. Y es que a pesar de su grado de independencia y de haber nacido en una época postmoderna, estas consumidoras aprecian, por encima de todo, que las marcas funcionen como “héroes” para ellas. Así, el 67% de las millennials, según una reciente encuesta de esta misma publicación, señalan que prefieren comprar productos y servicios de marcas que les resulten resolutivas, que le aporten soluciones antes que cualquier otro valor.
Acabar con los estereotipos
Pero en lo que más se tienen que fijar las empresas en la necesidad que actualmente tienen de acabar con los estereotipos, especialmente dentro de este estrato de población. Así, estas marcas han de considerar que las mujeres están accediendo cada vez más y en mayores proporciones a lo que se ha considerado tradicionalmente como “el mundo del hombre”. En este sentido, se ha de tener en cuenta que las millennials están en posesión de títulos de postgrado, son dueñas de empresas y las que dirigen sus familias. Una condición de liderazgo que rompe con la imagen subordinada de antaño construida hacia estas y que demanda cambios por parte de los anunciantes.
Así, con sus puestos de trabajo bien remunerados, su alto poder adquisitivo, mejores estilos de vida y conciencia hacia el medio ambiente, el cuidado personal y familiar, las mujeres se han convertido en una fuerza económica emergente, al menos en lo que respecta al tramo que protagonizan las millennials. Una coyuntura que las marcas deben aprovechar y competir entre ellas por ganarse la confianza de tan importantes potenciales clientes.