Usted es el gerente general. Los negocios no marchan demasiado bien. Su empresa tiene muchas cuentas por cobrar en un mediano plazo pero demasiados gastos de corto plazo. Usted ya ajustó los números al máximo y recurrió a todas las fuentes imaginables de financiamiento. Pero no alcanzó.
Si no surge rápidamente una alternativa milagrosa, la compañía no tendrá más remedio que declararse en quiebra. De pronto, un asesor le dice: “¿Y si tiramos los desechos al río? Así ahorraremos miles de dólares en gastos de tratamiento. Podremos atravesar la asfixia financiera hasta que nuestros deudores nos paguen. ¡La empresa seguirá funcionando y salvaremos cientos de puestos de trabajo!”
¿Usted qué haría? ¿Aceptar la propuesta y salvar la compañía a costas de contaminar un río? ¿Negarse y dejar cientos de familias en la calle?
Esta clase de dilemas morales son relativamente frecuentes en el trabajo del ejecutivo. Y, según la profesora Sandra Saucher de Harvard Business School, la mayor parte de los directivos no cuentan con la capacitación formal suficiente para encarar lúcidamente decisiones con grandes dilemas morales en juego.
Así, Saucher abrió en Harvard un curso titulado “El Líder Moral” donde se apoya en textos clásicos para debatir con los alumnos las características de un líder efectivo con convicciones morales.
En el curso, los participantes leen numerosas obras literarias, que cubren un período histórico de más de dos mil años, para expandir su perspectiva sobre el lugar que el líder ocupa en una sociedad. Y queda claro que el dramaturgo griego Sófocles y el inglés Tomás Moro pueden ofrecer muchas lecciones de liderazgo a los hombres de negocios del siglo XXI.
En efecto, advierte Saucher, no existe una teoría concreta que pueda transmitirse discursivamente para ser un líder moral. Esta habilidad puede aprenderse únicamente a través del ejercicio y el debate. Y justamente, los autores clásicos ofrecen diversas situaciones donde distintos líderes deben decidir en un contexto de extrema tensión moral.
Por ejemplo, Julio César a la hora de decidir si ingresar a Roma con sus legiones o Napoleón considerando el costo-beneficio de sacrificar miles de vidas de sus soldados para invadir Rusia (el mismo Napoleón fue quien dijo: “un millón de vidas no significan nada para un hombre como yo”).
La clave consiste en ponerse en los zapatos de estos personajes y evaluar las distintas alternativas y dilemas morales que enfrentaban.
Desde luego, los hombres de negocios suelen no tomar decisiones que involucran la vida o la muerte. Sin embargo, a través de estos ejercicios, los estudiantes son capaces de revivir el contexto de la decisión y plantearse una serie de interrogantes como: ¿cuál es la naturaleza de un desafío moral? ¿Cómo razona la gente sobre cuestiones morales? ¿De qué manera el liderazgo moral es diferente de otras clases de liderazgo?
En definitiva, advierte la investigadora de Harvard, las empresas tienen mucho por ganar con la formación de sus ejecutivos en el liderazgo moral. En estos tiempos de auge de la responsabilidad social empresaria y de crecientes inquietudes ambientales, muchas decisiones son escrutadas con microscopio por los distintos stakeholders de la organización.
En este marco, contar con la lucidez suficiente para decidir en situaciones críticas puede evitar errores de costos incalculables.