La experiencia identifica tres grupos de corruptores que actúan por iniciativa propia o por órdenes de sus superiores en casos de sobornos
La corrupción es un grave obstáculo para el buen funcionamiento de las empresas y para poder entenderla hay que saber en qué situaciones ocurre este fenómeno y quienes suelen estar involucrados en estos actos.
Luego de haber investigado y analizado múltiples casos de pago de sobornos, tanto en negocios locales como en operaciones transnacionales, entiendo que las organizaciones tienen incentivos grandes de corromperse en cinco tipos de escenarios:
1. Para comprar alguna ley o norma que puede afectar su negocio o industria a la que pertenece.
Típicamente esto se observa cuando una empresa conoce que está por emitirse o se está discutiendo una regulación que puede limitar o controlar su participación en determinada industria.
Entonces decide “comprar” la norma para que el legislador o el regulador no afecten sus intereses.
2. Para obtener o retener un contrato.
En general, los escándalos de corrupción ocurren en torno a los procesos de compras y licitaciones. Acceder a contratos o ser favorecidos con concesiones suele tener un fuerte incentivo para que las compañías -y sus directivos-decidan asegurárselo mediante pagos ilegales.
3. Para evadir una multa o sanción.
Las firmas que enfrentan algún tipo de multa económica, sea por una violación regulatoria o por un incumplimiento normativo, suelen tener incentivos para, a través del soborno, comprar la “no sanción” del ente regulador.
4. Para obtener licencias o permisos necesarios.
En muchos casos, esto implica para las compañías acelerar sus procesos productivos, por ejemplo, para abrir una nueva tienda, ampliar la fábrica que tienen o conseguir los permisos de importación o exportación que se requieren.
En todos estos escenarios, pueden percibir que corrompiendo obtienen una ventaja competitiva.
5. Para acceder a beneficios o incentivos económicos.
Esto sucede, por ejemplo, por medio de créditos blandos o préstamos a fondo perdido, que pueden implicar ganancias relativamente rápidas y poco cuestionadas.
Este tipo de escenario se observa, sobre todo, entre pequeñas y medianas empresas que, a través de pagos ilegales, aseguran su incorporación a este tipo de programas.
¿Quién suele estar involucrado?
La corrupción no sucede en el vacío. Si existe es porque hay individuos específicos, que llegan a algún tipo de acuerdo y efectúan el intercambio ilegal: unos reciben el soborno y otros entregan el dinero, el regalo o el favor requerido.
Y en ese sentido es importante esclarecer quiénes son las personas que, desde el lado de las compañías corruptas, suelen involucrarse en estas malas prácticas.
La evidencia empírica existente señala a tres grupos de corruptores:
1. Aproximadamente el 10% de los pagos de sobornos están directamente relacionados con funcionarios de rango directivo o corporativo.
Este grupo representa a la alta dirección de las empresas que en algún momento dado deciden corromper para obtener algún beneficio espurio, muchas veces incluso en contravía de las propias políticas corporativas de las corporaciones a las que pertenecen.
2. Aproximadamente el 30% de los pagos de sobornos los realizan individuos que pertenecen a los mando medios o gerenciales de las empresas.
Menos de la mitad de este grupo de corruptores suele actuar por instrucciones de sus superiores, en algún esquema más o menos consciente y tolerado de supeditación gerencial (management override).
Pero la otra mitad suelen ser individuos que actúan por su propia cuenta e iniciativa. ¿Por qué lo hacen? La experiencia sugiere que esto sucede sobre todo cuando la persona quiere “resolver” un problema rápido y, de esa manera, ganarse el respeto y admiración de sus superiores.
Esto ocurre especialmente cuando el soborno a pagarse está relacionado con la obtención de algún permiso, licencia o evadir una multa.
3. El 60% de los pagos de sobornos se relacionan con terceras partes, como contratistas, abogados, gestores, prestadores de servicios profesionales, etcétera.
En la práctica, lo que se ha observado es que muchas veces estas terceras partes, que actúan a nombre de y en beneficio de determinadas compañías, suelen actuar también como vehículos para pagar sobornos.
Al igual que en el caso de los mandos medios, se detectan situaciones en que actúan por propia iniciativa, sin avisar claramente a la compañía que las subcontrata sobre el tipo de gestiones que realizan realmente.
¿Por qué lo hacen? Existen varias posibles respuestas, pero generalmente esto sucede cuando esa tercera parte quiere asegurarse su contratación.
Diseñar e impulsar programas anticorrupción en las empresas no es cosa fácil. Se requiere una comprensión completa de los riesgos que cada compañía enfrenta en sus diferentes procesos y funciones.
En materia de prevención y detección no hay recetas mágicas. Pero todo esfuerzo será insuficiente si no se parte de un conocimiento cabal de la situación de corrupción que efectivamente se enfrenta.