El 7 de abril, se celebra nuevamente el Día Mundial de la Salud y la OMS este año lo ha dedicado a la inocuidad de los alimentos. Los alimentos producidos en forma industrial, que poseen agroquímicos como pesticidas y herbicidas, aditivos, colorantes y aromatizantes, y especialmente los alimentos procesados, las conservas y los alimentos de origen animal como carnes, lácteos y pescados pueden incidir sobre la fertilidad. ¿Cómo y por qué?
En un Día Mundial de la Salud dedicado a fomentar medidas destinadas a mejorar la inocuidad de los alimentos a lo largo de toda la cadena, desde la granja hasta el plato es importante recordar que estar en contacto con altas dosis de productos tóxicos del medio ambiente, inhalarlos o ingerirlos puede afectar la fertilidad tanto de hombres como de mujeres.
Se acrecienta la cantidad de estudios científicos que evalúan los efectos de la contaminación en todas sus formas sobre la fertilidad y en ese mismo sentido, crece día a día la evidencia científica de la relación directa que existe entre la disminución de la calidad del semen y óvulos y la exposición a químicos. Suele decirse que “somos lo que comemos”, y entonces la fertilidad puede verse afectada por la ingesta de sustancias con toxinas. ¿Cómo?, muchas de ellas pueden provocar desarreglos hormonales, atentar sobre la calidad de óvulos y espermatozoides –morfológica y genéticamente- y afectar el útero, o las trompas de Falopio, o incluso el testículo.
Si bien muchas veces es imposible evitar el contacto con algunos tóxicos presentes en el medioambiente –sustancias químicas que se encuentran en el hogar, en el auto, o tal vez en el trabajo. Sin embargo, respecto de los alimentos, es posible limitar la ingesta de aquellos con altas dosis de agroquímicos, elegir alimentos naturales, no industriales, sin aditivos. Deberían evitarse grandes cantidades de conservas, especialmente las de lata; la comida precocida; reducir la ingesta –pero mantener en la dieta- de productos de origen animal –carne, pollo, cerdo- ya que incluyen pesticidas o herbicidas en la alimentación de los animales o contienen antibióticos u hormonas o productos utilizados para desinfección. Los pescados y mariscos suelen acumular tóxicos químicos presentes en el mar que deberían ser e incorporados en menor cantidad.
Además, hay que saber que muchas veces, la ingesta de productos que contienen, por ejemplo, pesticidas, incluyen una sustancia que hace que el organismo la confunda con hormonas y puede afectar durante el embarazo al desarrollo del testículo o los ovarios del embrión. Entonces, no solamente es importante cuidar la alimentación durante la búsqueda sino también durante el embarazo mismo ya que los tóxicos que afectan la fertilidad también pueden incidir en el desarrollo de ese bebé por venir no solo provocando anomalías genéticas desde el inicio sino tal vez incluso que aparecerán luego, con el crecimiento- autismo, trastornos del desarrollo, etc- .
Ahora bien, muchísimas personas van por la vida expuestas a niveles normales de tóxicos y se embarazan naturalmente, lo fundamental es intentar evitar el exceso de exposición o la exposición a altos niveles de dichos tóxicos.
Incluso el estrés puede afectar también tanto la fertilidad como el embarazo y es absolutamente evitable. Para disminuir los niveles de estrés que pueden resultar tóxicos, todas las actividades que se dirijan a eliminarlo o reducirlo –acupuntura, yoga, masaje bioenergético, técnicas de mindfulness, meditación, visualización, sincronizadores cerebrales, etc- y que tiendan a generar drogas endógenas que mejoren el funcionamiento de todos los sistemas del cuerpo –endocrino, psicológico, neurológico, inmunológico- son también recomendables para así crear un ambiente libre de tóxicos dentro y fuera del cuerpo.