En muchos casos, un paso tan necesario como difícil es la incorporación en la empresa familiar de una persona que no pertenece a la familia, y que con su independencia busca promover racionalidad económica y ética en la toma de decisiones.
En primer lugar se debe definir cuándo esta inclusión es necesaria, y para ello hay que detectar los momentos clave de los ciclos de vida de las empresas:
1. Durante las crisis de crecimiento.
2. Durante la planificación del ingreso de nuevas generaciones.
3. Cuando se producen cambios en las reglas de juego del mercado.
4. Cuando suceden quebrantos operativos o económicos temporarios, que alertan sobre prácticas inconducentes.
5. Ante dificultades de comunicación entre socios.
6. En situaciones de des-alineamiento en los recursos humanos claves.
7. Cuando abundan las dificultades de comunicación y coordinación entre áreas, entre otras razones.
A la hora de la elección
Cuando un consejero independiente se suma a la empresa, éste debe llegar con un bagaje de cualidades, actitudes y compromisos que finalmente cumplan su misión: ayudar a los miembros de la familia. Estos son algunos de los aspectos a tener en cuenta en el momento de elegirlo:
– Confiabilidad: el empresario debe poder depositar una confianza básica sobre el asesor y, para que la relación prospere, ésta debe crecer con el tiempo y el conocimiento mutuo.
– Experiencia: diferentes asesores tienen diversas experiencias. Para evaluar este punto es interesante conocer algunas de las empresas a las que ha asesorado y asesora, el tiempo de permanencia en la actividad, las referencias o comentarios de clientes.
– Valores: es indispensable que los valores del asesor externo se hallen en concordancia con los valores de la empresa y sus directivos.
– Aceptación y madurez: el profesional debe aceptar la situación actual y ser capaz de trabajar a partir de lo que hay y no de lo que debería haber.
– Plan de trabajo: el asesor debe ser capaz de presentar un plan de trabajo que contemple qué es lo que propone hacer, cuál es su rol, sus requerimientos, los resultados buscados y el tiempo en el que se propone alcanzarlos.
– Propuesta económica: debe ser clara y concreta, y satisfacer a ambas partes.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, solo queda agregar que sumar a profesionales externos a la empresa familiar, puede aportar una mirada fresca y muy valiosa para seguir creciendo.