La primavera ya está entre nosotros y para muchos esta estación trae nuevos amores y aumento de la sociabilidad. El clima nos permite hacer diferentes salidas ya que los días son más largos y este aumento de luz solar genera diversos efectos psicológicos en las personas. Al haber menos horas de oscuridad y aumentar la temperatura, ciertas hormonas incrementan sus niveles de concentración en sangre, por ejemplo la melatonina que afecta a nuestras emociones, al apetito y al sueño, o las feromonas, que son las responsables del incremento del deseo sexual.
A partir de estos cambios hormonales algunas personas tienden a sentirse más alegres, extrovertidas y aumentan sus intercambios sociales positivamente. Mientras que para otros, puede aparecer cierta sintomatología que denominamos “astenia primaveral o depresión primaveral”
Existen ciertas hipótesis que intentan ser un modelo explicativo de esto: La primera hipótesis se relaciona con la variación de la intensidad de luz y duración de la exposición a la misma. Ésta ingresa a través de nuestros ojos hasta la glándula pineal, ubicada en el cerebro, afectando la secreción de la melatonina, hormona relacionada con la regulación de ciclos circadianos como el de sueño-vigilia y también con la estabilidad del ánimo. Esto produciría mayor sensibilidad y cambios emocionales en las personas. La segunda hipótesis estaría relacionada con el aumento de las alergias en esta época del año, y que afectaría la probabilidad de sintomatología depresiva.
Es importante destacar que no hay evidencia científica que compruebe estas hipótesis, sin embargo, en la experiencia clínica se observa en muchos pacientes que los cambios estacionales modifican los estados emocionales.
Los síntomas que se suelen observar son:
– Sentimientos de tristeza.
– Quejas somáticas.
– Cambios en el sueño.
– Falta de interés sexual.
– Fatiga.
– Irritabilidad.
Son síntomas que pueden durar pocas semanas y tienden a desaparecer. Por lo general no son personas que lleguen a la consulta, pero sí se observan en pacientes que ya están realizando tratamiento psicológico, con ciertas características de personalidad.
Algunas pautas y recomendaciones que pueden ayudar:
– Evitar el aislamiento.
– Involucrarse en actividades sociales, realizar salidas con familiares y amigos.
– Buscar alguna actividad física o deportiva placentera.
– Regular los tiempos de sueño.
– Mantener una dieta equilibrada.
Si la sintomatología se extiende en el tiempo o aumenta su intensidad, es importante realizar una consulta médica y psicológica para, en primera instancia, descartar que no exista ningún cuadro médico que influya en nuestra salud.