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Marca Personal: ¿Es el rostro el espejo del alma?

¿Es el rostro, realmente, el espejo del alma?. ¿influye nuestro rostro y toda la información que somos capaces de trasmitir a través de él en el primer impacto y posterior recuerdo que dejamos en los otros?

Decía Georg Simmel, sociólogo y filósofo alemán, que “en el conjunto de lo que percibimos no hay estructura comparable a la del rostro humano” y añadía que, “sólo el rostro humano es capaz de combinar el mayor número de formas y gestos en una unidad absoluta de significados”.

Por su parte Fran Carrillo, consultor de comunicación política y autor de, “Tus gestos te delatan”, nos recuerda que, “nuestra cara es un libro que cuando decide andar por libre no hay palabra que lo pueda controlar”.

Hace relativamente poco que la prestigiosa revista Trend in Cognitives Sciences resaltaba en uno de sus números lo siguiente: “Las personas valoran las intenciones de los otros y le atribuyen una determinada personalidad o carácter, basándose en gran medida en los rasgos de su cara”.

Para reforzar todo lo anterior, los estudios de fisiognomía concluyen que , “el rostro es el resultado de la conjunción de la herencia y la acción modeladora de las vivencias”.

Cuentan que una vez Abraham Lincoln tuvo que nombrar a una persona para su gabinete y que la rechazó con el siguiente argumento: “No me gusta su cara”. Su consejero objetó, aturdido, que el hombre no era responsable de su cara. Pero Lincoln le rebatió diciendo que: “Cualquier persona mayor de 40 años es responsable de su rostro”

¿Cómo comunica nuestro rostro?

Son muchos los estudios que se han realizado sobre cómo comunica nuestro rostro. Ciencias como la psicología, la antropología o la sociología han realizado cientos de estudios que analizan la forma en cómo podemos influir en los otros y los otros pueden influir sobre nosotros a través de los actos comunicacionales que somos capaces de llevar a cabo a través de nuestro rostro.

En la cara convergen tres de los factores más importantes que participan en la percepción que tenemos cada uno del otro y que más información aportan sobre nosotros; la sonrisa, la mirada y los gestos.

LA SONRISA

William Shakespeare, el famoso escritor británico, recordaba que, “Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de una espada”.

Está comprobado que una sonrisa verdadera ofrece cercanía, desarrolla un contexto de comunicación más positivo, mejora el entendimiento y es eficaz para la relajación.

Debemos huir de los tópicos que nos dicen que la sonrisa no es compatible con determinados cargos empresariales, o con determinados contextos de trabajo.

Lógicamente hay situaciones en las que la sonrisa no tiene cabida; es el ejemplo de aquellos presentadores de televisión que están dando una mala noticia o es el caso de aquellas situaciones en las que no tendría sentido que esbozáramos la más mínima de las sonrisas; un funeral, la comunicaicón de un despido o una charla con reprimenda que en un momento dado necesitemos echar a nuestro hijo.

En el ámbito laboral y fuera de los contextos antes señalados, está demostrado que independientemente del cargo que tengamos, sonreír no nos resta ni credibilidad ni autoridad. Muy al contrario es sabido que la gente que más sonríe provoca en los otros una sensación de bienestar que hace aumentar la valía y la consideración hacia dicha persona.

Diferencia entre sonrisa verdadera y sonrisa falsa

Las sonrisas genuinas, aquellas que combinan la sonrisa de los labios con la de los ojos, son difíciles de imitar. Por el contrario, las falsas sonrisas, tan aparentemente fáciles de llevar a cabo, son detectadas y reconocidas por nuestro interlocutor sin necesidad de que éste sea un experto en Comunicación no verbal.

De forma general, las sonrisas verdaderas se construyen gradualmente, mientras que las sonrisas hipócritas aparecen velozmente. Además en las sonrisas verdaderas los ojos acompañan, mientras que en las sonrisas falsas los ojos no tienen expresión.

Os animo a que echéis un vistazo a dos de las sonrisas que han sido acusadas por todos los expertos en esta materia de “sonrisas falsas”; se trata de la sonrisa del ex primer ministro británico Gordon Brown y de la sonrisa de Herman Cain, excandidato a la presidencia de EE.UU.

Cuando el otro nos sonríe, nos hace sentir mejor

La disciplina de la neuroimagen ha llegado a demostrar que cuando alguien nos sonríe logra activar en nosotros lo que se denomina el “circuito de recompensa” ; es decir, logra, con su sonrisa, hacernos sentir especialmente bien y lo que es más importante construimos en su mente una valoración positiva sobre nosotros. Eso sí, siempre que se trate de una sonrisa amable y genuina.

¿Y QUÉ OCURRE CON NUESTRA MIRADA?

El poder de nuestra mirada es tan importante y trasmite tanta información sobre nosotros que se ha llegado a decir que, “quien no comprende una mirada tampoco comprende una larga explicación” (Proverbio árabe)

Napoleón Bonaparte llegó a decir que para hacerse comprender lo primero que había que hacer era mirar a la gente a los ojos.

La mirada es un factor decisivo dentro de la Comunicación no verbal.

Los motivos por los que miramos son varios; miramos para retroalimentar la comunicación con el otro, miramos también para mostrar interés o captar la atención de nuestro interlocutor. Miramos para aprender y miramos también para agredir.

Dicen que hay miradas que pueden ser más dañinas que las palabras. Creo que todos hemos padecido y llevado a cabo alguna vez este tipo de miradas.

La mirada aporta infinidad de información sobre nosotros; indica si somos tímidos, si nos sentimos seguros o inseguros, si somos personas autoritarias o si tenemos algo que esconder.

Decían los antiguos sabios que a menudo se conoce por los ojos lo que uno lleva en el fondo del alma, su bondad o su mala disposición.

La mirada social

La mirada social es la que empleamos en el trabajo, la que usamos cuando hablamos en público o la que usamos cuando nos relacionamos con personas conocidas.

En definitiva, la mirada social es toda aquella mirada que efectuamos fuera de nuestro ámbito de intimidad.

La mirada social dice mucho sobre nosotros. Por ejemplo, aquellas personas que no son capaces de mirar de frente a su interlocutor, durante una conversación cara a cara, puede estar expresando varias cosas; que estamos ante una persona tímida, que estamos ante una persona muy celosa de su intimidad, que estamos ante una persona dispersa o que estamos ante una persona que tiene algo que ocultar.

Son infinidad los estudios que se han realizado sobre la mirada social y como siempre, debemos recordar, que la Comunicación no verbal no es una ciencia exacta y que existen muchas variables que hay que tener en cuenta para determinar, por ejemplo, que una persona está tratando de ocultar algo por el mero hecho de ser incapaz de mantener la mirada durante una conversación.

Lo que sí está claro es que existen una serie de cuestiones a tener en cuenta para que nuestra mirada social no incomode al otro; debemos mirar siempre de frente desviando la mirada cada cierto tiempo y por un par de segundos para que nuestro interlocutor no se sienta demasiado “invadido” y debemos de pestañear de forma natural.

Mirar al otro mientras se habla es, ante todo, un signo básico de educación y una forma de trasmitirle que nos importa y que escuchamos con interés lo que nos está diciendo.

¿Os imagináis cómo nos haría sentir alguien si, mientras nos dirigimos a él para comentarle cualquier aspecto del ámbito laboral o personal, se dedicase a mirar su móvil o se dedicase a mirar al infinito?. De nuevo, al igual que ocurría con la ausencia de sonrisa, estaríamos trasmitiendo a nuestro interlocutor que, ni nosotros como persona, ni lo que decimos, son importantes para él. Por consiguiente la sensación que le estaremos creando sobre nosotros no será muy positiva para nuestra Marca Personal. Recordad que, al fin y al cabo, nuestra Marca Personal no es lo que “Somos” sino lo que otros opinan que “Somos”.

La mirada al hablar en público

Si lo que estamos haciendo es hablar en público, deberemos de cuidar con detalle nuestra forma de mirar.

Lo ideal es que todo el público al que te diriges se sienta “atendido” por nuestra mirada. Si nos centramos sólo en una parte del público, la otra parte se puede sentir “abandonada” y podemos provocar que pierdan el interés por nosotros y nuestro discurso.

La forma ideal de lograr que todas las personas de la sala se sientan “confortables” con nuestra forma de mirar es ejecutar “barridos” con nuestra mirada de un lado al otro y de adelante hacia atrás.

Es posible que nos pase que durante dichos “barridos” encontremos a alguien con quien conectemos de forma especial , focalizando entonces nuestra mirada sólo en aquellos miembros de la sala que nos hacen sentir bien porque asienten a nuestras explicaciones o porque nos sonríen mientras nos miran. Esto es un error que debemos de evitar, ya que es muy probable que el resto del auditorio se sienta entonces de nuevo “abandonado”.

Cuidado especial merece las intervenciones en público que exigen la proyección de una presentación en diapositivas. En esos casos podemos incurrir en el error de dar la espalda al público y perder con él el contacto visual por tiempos más largos de lo recomendable. Recordad que , en caso de llevar una presentación, ésta debe servir tan sólo como apoyo y debe aportar sólo información que refuerce nuestro mensaje verbal. En ningún caso debemos de mantener la mirada en nuestras diapositivas para leer porque, además de aburrido para nuestro público, provocará que perdamos el contacto visual con él.

¿NUESTROS GESTOS FACIALES NOS DELATAN?

Por último hablaremos de los gestos faciales como elemento fundamental de la comunicación y trasmisión de información que llevamos a cabo a través de nuestro rostro.

Existen multitud de análisis y de estudios sobre los más de 3.000 gestos y Micro-Expresiones que podemos llegar a realizar con los 44 músculos que componen nuestro rostro.

¿Sabías que todos somos expertos en analizar el significado de los gestos del rostro?. Llevamos haciéndolo desde los 11 segundos después de nacer, justo en el momento en que miramos por primera vez el rostro de nuestros progenitores y comenzamos a enviar a recibir y a saber interpretar miles de señales gestuales que nos aporta información sobre el estado de ánimo y la intención del otro. Por todos es sabido que uno de los primeros estímulos visuales que el neonato será capaz de interpretar son los gestos del rostro de la madre.

Por lo tanto atentos a nuestros gestos porque es muy probable que los otros estén leyendo en ellos muchas cosas de las que estamos sintiendo en cada momento.

De la misma forma es importante apuntar que son muchos los análisis que se han llevado a cabo por parte de la Fisiognomía , pseudociencia para unos y ciencia para otros, que trata del estudio del carácter de las personas a través de los rasgos físicos y en especial del estudio del rostro. Ninguno de estos estudios ha sido capaz de atribuir un único significado y determinar de forma absoluta la información que podemos estar transmitiendo a través de nuestros gestos.

De hecho está comprobado que la mayoría de los grandes oradores contradicen mucho de los paradigmas que sobre gestos faciales se han establecido como válidos.

En lo que sí parecen ponerse de acuerdo todos los estudios referentes a las expresiones faciales, es en delimitar el número de gestos básicos en 6; ira, sorpresa, miedo, asco, alegría y tristeza. Estas expresiones, además, serían comunes a la totalidad de los humanos.

Las Micro-Expresiones; el lenguaje silencioso.

Las Micro-Expresión se llevan a cabo de forma involuntaria e inconsciente durante milésimas de segundo y son muy difíciles de esconder o de disimular. Al contrario que ocurre con las expresiones básicas faciales y sociales.

Las Micro-Expresiones suelen aparecer cuando las personas nos encontramos en situaciones emotivas extremas; ya sean estas buenas o malas.

Son estas Micro-Expresiones , apenas perceptibles para el común de los mortales, las que ayudan a ciencias como la criminología a detectar mentiras que en muchos casos son determinantes para la resolución de muchos casos judiciales.

POR ÚLTIMO, ALGUNOS DATOS RECIENTES

Ha sido la Universidad de York, en Inglaterra, la que ha publicado recientemente un estudio liderado por el psicólogo Tom Hartley. En dicho estudio se concluye que sólo son necesarios 100 milisegundos para que , a través de determinados rasgos de nuestra cara (Mandíbula, pómulos, boca, ojos, etc?) las personas se hagan una idea preconcebida y emitan un primer juicio sobre nosotros.

Además, el estudio añade que dependiendo de la imagen que conforma el conjunto de nuestros rasgos faciales, ésta puede influir en que consigamos un determinado trabajo o en que alguien decida ponerse en contacto con nosotros con la intención de comenzar una relación.

Como aún es demasiado pronto para verificar la exactitud de este estudio publicado en la web de la Universidad de York en julio del año pasado y a la espera de que, como es habitual, se publiquen otros estudios que contradigan a este, es preferible seguir trabajando aquellos aspectos de nuestro rostro que sí que están a nuestro alcance como es el correcto manejo de la sonrisa, de la mirada y de nuestros gestos.

Si nuestra mandíbula es prominente o nuestros pómulos están hundidos es cuestión de la naturaleza de cada uno y, de momento, quitando a aquellos que recurren a la cirugía plástica para modificar sus rasgos faciales, la mayoría de los mortales tenemos que aprender a vivir con el rostro que tenemos.

Eso sí; practica tu sonrisa, entrena tu mirada y hazte consciente de tus gestos.