En medio de la volatilidad bursátil y las noticias de último momento sobre los planes de rescate, pocos se han detenido a pensar en las implicancias de largo plazo de la crisis sobre el modelo de negocio de las firmas de servicios financieros.
Por el momento, los debates se concentran en cómo salvar a las instituciones cargadas de activos tóxicos y cómo minimizar el impacto sobre los pequeños ahorristas que han visto pulverizados sus portafolios de retiro.
Ahora bien, para comenzar a comprender las implicancias de largo plazo, es necesario considerar que la crisis es de carácter fundamentalmente financiero y ha sido causada por malas prácticas de gestión de riesgos de ciertas instituciones particulares.
Por el momento, no hay evidencia de que estemos en presencia de un colapso económico global.
Por lo tanto, a medida que gobiernos y bancos centrales vayan asistiendo a las firmas en problemas, regresará la confianza, el crédito volverá a fluir y los mercados se estabilizarán.
Así, en el largo plazo, se irá delineando un nuevo orden financiero global con nuevos actores clave y nuevas regulaciones.
Y el nuevo panorama será, en gran medida, resultado de las oportunidades que la crisis ha presentado y la capacidad de los distintos jugadores para mejorar su posicionamiento.
Las oportunidades en mercados desarrollados
En los países avanzados, las instituciones financieras que mejor han soportado la crisis han sido los grandes bancos comerciales y las firmas de gestión de riqueza.
Estas organizaciones están ganando participación de mercado a grandes pasos, a medida que los clientes las eligen por su calidad y seguridad.
Pero, ¿cómo han logrado estas instituciones evitar los peores efectos del temporal?
La clave ha radicado en la implementación de buenas prácticas de gestión de riesgos durante los tiempos de formación de la burbuja hipotecaria.
Estas firmas han logrado evitar la sobre exposición y el excesivo apalancamiento que han ocasionado el colapso de Lehman y la venta de Bear Stearns y Merrill Lynch.
Las instituciones que mejor están superando la crisis son aquellas que han diversificado sus fuentes de financiamiento en distintos mercados geográficos y han equilibrado correctamente sus deudas de corto y largo plazo.
En el futuro, los activos financieros probablemente estarán concentrados en un menor número de grandes bancos comerciales. El modelo de negocio estará menos vinculado con el apalancamiento y más con las estrategias de nicho.
Las oportunidades en mercados emergentes
La crisis ha impactado en forma desigual sobre los sistemas financieros de las economías emergentes de rápido crecimiento conocidas como BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
Si bien Rusia ha sufrido serias dificultades, en general, las instituciones financieras de estos países han logrado evitar los sobresaltos.
En los últimos años, los bancos de BRIC no han basado su crecimiento en las operaciones con activos hipotecarios sino en la incorporación de nuevos clientes, principalmente aquellos que por primera vez han comenzado a utilizar servicios bancarios.
Por lo tanto, si bien han recibido cierto impacto, su negocio es fundamentalmente sano.
De esta forma, las principales instituciones financieras de ciertos países emergentes, que antes de la crisis eran consideradas como marginales, han incrementado notablemente su importancia relativa y pueden aspirar a convertirse en líderes globales.
Probablemente, algunos de los gigantes financieros de BRIC aprovechen su abundante disponibilidad de capital para adquirir instituciones de otras regiones.
Repensando las regulaciones
El panorama de los mercados de capitales cambiará con la crisis.
Nueva York y Londres perderán parte de su preeminencia frente a las plazas asiáticas de Shanghai, Dubai y Singapur.
En este marco, también cambiará el rol de los gobiernos.
Las oficinas de regulación comenzarán a controlar los movimientos internacionales de capitales con la misma atención con que actualmente supervisan los flujos comerciales. Los gobiernos armonizarán regímenes impositivos y normativos sobre inversiones externas.
El objetivo: prevenir futuras crisis y controlar la liquidez que los planes de rescate han inyectado en los mercados.
En definitiva, si bien la volatilidad aún no ha terminado y la atención sigue puesta en los desafíos del corto plazo, cuando se aquieten las aguas, llegará la hora de mejorar muchos aspectos del mundo financiero a través de mejores prácticas de control de riesgos, gobierno corporativo y regulaciones públicas.
La explosión de la burbuja hipotecaria ha arrastrado al abismo a algunas de las firmas más tradicionales y respetadas de Wall Street.
Pero lo cierto es que no todas han sido igualmente afectadas por la crisis. Algunas están superando sin mayores inconvenientes los tiempos difíciles y, delante de ellas, tienen una oportunidad histórica para mejorar su posicionamiento y convertirse en líderes de las finanzas globales.