A los quejosos clientes de Sancor Salud, calma: no son los únicos que sufren la atención deficiente. En general, las prepagas tratan a los clientes como problemas. Y eso que no todos sus titulares vienen de la especulación financiera como Claudio Belocopitt. En tanto, las cuotas de las prepagas ya llevan en el semestre 3 aumentos y fueron autorizadas en un año a subirlas un 52,5% (¡Qué capacidad de lobby la de OSDE!). Además, en junio compartieron con las tarifas el podio de la inflación del INdEC. Pero lejos de aplacar a las administradoras, los centros de salud privados ni mucho menos a los profesionales, estos saques han activado el viejo truco de la puja distributiva, lo cual empeoró la atención a los pacientes en cuanto a los turnos, las esperas, la burocracia de autorizaciones y una serie de trabas que atentan contra la calidad del servicio. Los médicos, que se quejan de que necesitan dos honorarios para pagar un corte de pelo y unos 20 para comprarse una camisa, buscan cobrar adicionales de donde pueden y según el poder de cada especialidad para posicionarse en el sistema de precios relativos. El tira y afloje afectó la estabilidad de las cartillas y la continuidad de muchos tratamientos. En este contexto caótico, el gobierno saca la nueva Cobertura Universal de Salud, cuya implementación llevará tiempo porque exige que la afiliación sea directa en los hospitales, que cada interesado acuda al de su propia provincia y que suban las historias clínicas a internet. Habrá que armarse de salud y pesetas.
Las empresas de medicina prepaga le aportaron al inesperado índice oficial de inflación de junio un 7% para llevar al rubro atención médica y gastos para la salud al tope de los aumentos, a la par de vivienda y servicios básicos en el que impactaron las tarifas.
A los 4 millones de afiliados largos, entre los que derivan la contribución obligatoria desde las obras sociales y la complementan con un adicional, según cada plan, más los directos, les llegó el 01/06 un 15%; y otro 5% en julio, que se agregaron a la suba del 9% autorizada en febrero, con lo cual en la primera mitad del año acumularon un alza del 31,6%. Comparada la factura con la del mismo mes de 2015, el incremento es del 52,5%.
Podría decirse que con semejante mejora la medicina privada tendría que estar funcionando como una “pinturita”. Pero lo cierto es que puertas adentro de las prepagas el aire se corta con cuchillo. Los gremios de la sanidad quieren “tomar todo” el porcentaje que los denominados efectores lograron que la Superintendencia de Servicios de Salud les autorizara hasta ahora, lo cual pone nerviosas a las patronales, que le sacaron al controvertido ministro de Salud, Jorge Lemus, un guiño de que para octubre ya recibirán otro refuerzo.
Los costos empresarios, en la primera parte del año, dieron un respingo cuando les cayó un 133,2% de aumento en los servicios públicos, debido a la quita de los subsidios al consumo y por la incidencia de la electricidad. Incrementos que se repiten en el 2do. trimestre por la quita de subsidios y por el aumento de tarifas de los servicios de agua y gas.
El rubro laboral aumentó un 5,3% motorizado por el hecho de que en febrero se hizo efectiva la 3ra. y última cuota del aumento salarial (del 4%) establecido en la paritaria de 2015 que totalizó en un 32% (18% en julio de 2015, 10% en noviembre de 2015 y 4% en febrero de 2016).
Los insumos médicos, que comprenden medicamentos, materiales descartables e imágenes, crecieron un 9,6%. Dado que buena parte de los bienes de los subrubros de imágenes y materiales descartables proviene del exterior, sus precios dependen del tipo de cambio, que durante el 1er. trimestre del año experimentó una depreciación del 13%.
Los insumos no médicos, que incluyen servicios como alimentación, retiro de desechos patogénicos, oxígeno y lavandería, reflejaron aumentos que alcanzaron el 12,7% en promedio. De los subítem, el mayor incremento se verificó en el rubro de alimentación, con un aumento del 15,8%.
Desde el lado de las inversiones, mientras tanto, los costos aumentaron un 13,2%. Sucede que la mayor parte de la aparatología médica también proviene del exterior y con la depreciación del tipo de cambio, el costo de las inversiones volvió a subir.
Índice de Adecra y sus componentes
Variación respecto al periodo anterior
Incremento porcentual Incremento
I Trim 2016 / Total 8,5%
Costos laborales 5,3%
Insumos médicos 9,6%
Insumos no médicos 12,7%
Servicios públicos 133,2%
Inversiones 13,2%
Todo el planilleo que ocupó a los contadores y administradores en estos meses no fue tan ostensible para los afiliados que la “mala onda” que debieron soportar al llamar por turnos y en las salas de espera, cuando no en la propia atención.
Lo justifica, de algún modo, el director de Salud Corporativa de Willis Towers Watson, Héctor Barrios, cuando compara en la revista Médicos al honorario de una consulta médica en una cartilla de un Plan que rige en CABA y GBA, entre $ 75/$ 100 (US$ 5 y US$ 7), con lo que cobra su peluquero el corte: $ 170, lo lleva a concluir que un corte de pelo prácticamente equivale a 2 consultas médicas. Y más aún, lo mide contra lo que cuesta en una tienda un pantalón de primera marca ($ 3.200 o u$s 220), y un saco –también de primera marca– ($ 9.000 o u$s 620). Aduce que, en este caso, en lugar de decir que el estipendio médico “no tiene precio”, como decía la publicidad, podríamos decir “no tiene valor”.
Pero la consecuencia del problema de “precios relativos” que describe afirma verla permanentemente en las “Encuestas de Percepción de Calidad” que realiza Willis Towers Watson. Arrecian en las compañías que relevan las quejas por las demoras en los turnos, consultas breves, etc. etc. y sobre todo una importante insatisfacción en los profesionales que en muchos casos salen de las cartillas. También contribuyen al clima interno en los sanatorios y centros médicos los comentarios que reciben los pacientes sobre el honorario que los profesionales perciben del sistema, a lo que se agrega el efecto “natural”, según sus palabras, de que salgan del sistema los más expertos, los que ya tienen una trayectoria y no están dispuestos a seguir trabajando de esta forma.
Cuenta que hace poco, en el “Seminario de Administración del Beneficio Médico” que realiza un par de veces al año con Stella Sanyan, al que concurren empresas de primera línea, casi todos los asistentes comentaron que se va extendiendo una práctica que no deja de ser conflictiva: muchos profesionales de cartilla comienzan a cobrar un “arancel especial” por sus intervenciones, principalmente obstetras y cirujanos.
En muchos casos, la práctica está asociada a que en las cartillas figura el nombre del profesional “y equipo”, de forma tal que si el paciente quiere asegurarse la atención con el referente principal, debe abonar un adicional.
Naturalmente las quejas llegan a las áreas de RRHH de las empresas, ya que por un lado al empleado el profesional no le da un recibo por el cobro extra para poder tramitar el reintegro y, por el otro, resulta obviamente “complicado” al paciente denunciar a la persona que lo va a intervenir quirúrgicamente.
Barrios bucea en el origen de esta situación y recuerda que Enrique Braun –uno de los fundadores de Medicus y luego de Qualitas– le contaba en una oportunidad que cuando comenzó la medicina prepaga allá por los años ’70, el honorario médico que las empresas le abonaban a los profesionales se ubicaba en torno del 70% del honorario privado, que se ubicó luego en torno al 50% luego de que muchos profesionales a los que les pagaban el 70% trabajaban para AMSA por el 50%.
Pero ubica el quiebre del mercado en los ’90, cuando las empresas prepagas, con SPM –la del Grupo Exxel que resultara de la fusión de Tim, Life y Galeno– como iniciadora, comenzó un proceso de negociación y reducción de los honorarios de su cuerpo de profesionales.
Los que pudieron se fueron, pero como siempre hay centenares –sino miles– de jóvenes profesionales deseosos de ingresar a las cartillas médicas y más que dispuestos a trabajar por un honorario reducido si éste viene acompañado por volumen, se recompuso la nómina en cantidad.
Aclara Barrios que en el interior del país no ocurre lo mismo. Los círculos médicos/asociaciones médicas se han encargado de evitar este proceso. En CABA y GBA, la oferta de médicos en la mayoría de las especialidades es aún abundante y dificulta que las entidades gremiales puedan agrupar dicha oferta, si bien no todos los operadores del área metropolitana están en la misma situación. Destaca que hay entidades que han ido incrementando más y mejor el honorario médico, trasladando los aumentos de las cuotas que perciben. “Seguramente, a quienes realizamos consultoría para las grandes empresas, nos toque comenzar a diferenciar la oferta a partir de estas importantes diferencias”, anticipa.
La referencia de la que parte es que de enero a julio de este año los precios del sector se incrementaron alrededor de un 30%, a fin de que cada uno vea dónde quedaron sus emolumentos dentro del sistema de precios relativos.
Según las especialidades
Dentro del staff médico están los hijos y los entenados. Entre los que tienen mayor poder de negociación, y por ende mejor pagos, están los cirujanos, radiólogos, anestesiólogos, gastroenterólogos y oncólogos.
Pero entre las especialidades “críticas”, las más difíciles de cubrir, se cuentan otorrinolaringología, gastroenterología y neurocirugía.
Del otro lado, alineados mayormente con las especialidades en las que hay mayor cantidad de profesionales, se encuentran los pediatras, psiquiatras, neurólogos, ginecólogos y traumatólogos.
Las publicaciones especializadas ensayan un promedio general en el país a fin de poder comparar los profesionales médicos con los de los países mejor ubicados. Les da 38 mil dólares anuales, contra lo que cobran en promedio en Holanda, US$ 117.000 anuales; US$ 118.000 en Reino Unido; y US$ 161.000 en Estados Unidos.
Si se suma a las prepagas, las obras sociales (que comparten 3,5 millones de afiliados) y PAMI, el universo cubierto es de 30 millones de personas, contra las 12 millones restantes de la población fuera del sistema y que dependen del hospital público.
En cuanto a los profesionales registrados en las distintas especialidades figuran 160.000 médicos y cada año egresan 4.800, con una oferta de servicios mayor a 20 mil efectores.
Equivalen a casi 4 médicos por 1.000 habitantes, lo que convierte a la Argentina en uno de los países con mejor relación de médicos por millar de pacientes.