El grupo español Marsans llegó a un acuerdo con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Ese entendimiento, que aún dista de estar cerrado, implica que Marsans está dispuesto a quedarse con sólo el 35% de la compañía de bandera argentina, de la que ahora controla el 95% (el 5% restante está en manos del Estado argentino).
La intención es que ese 60% de nuevo cuño esté formado por capitales argentinos. La fórmula sería ésta: el Estado argentino incrementaría su participación del 5% al 20%; los empleados de la empresa tendrían un 5%, mientras que otro tanto correspondería “a las provincias argentinas”.
La porción restante -un 35%- pasaría a manos de un grupo de “empresarios argentinos” cuya identidad permanecía anoche oculta entre un baile de nombres, en el que el único candidato que se mantenía firme era el rioplatense Juan Carlos López Mena, propietario de Buquebus. Quienes trabajan con Marsans decían por estas horas que estaban “encantados” con el “principio de acuerdo” que, tras largas y complejas negociaciones, alcanzaron con el gobierno de Cristina Kirchner.
Dos candidatos dijeron no a la aventura: Jorge Brito, dueño del Banco Macro, y la empresa española Isolux (que en la Argentina ha construido centrales eléctricas y ahora hará el tren bala). “El baile de nombres es reflejo de las dificultades que tiene el Gobierno para encontrar compañeros de ruta en una empresa más que riesgosa”, opinaron anoche fuentes españolas.
Al cierre de esta edición, nadie en Madrid era capaz de dar una cifra cierta del monto que implicaría la “venta” del 60% del paquete de Marsans. Ni de quién ni cuándo ni en qué forma lo aportaría.
Fuentes del sector recordaron que hace tres años, en el fallido intento de lanzar Aerolíneas a la Bolsa, los propietarios españoles la valuaron por arriba de los US$ 800 millones. Si esa cifra se mantiene, Marsans estaría reclamando no menos de 450 millones.
Para hoy está prevista la llegada a Buenos Aires de Gonzalo Pascual. En la agenda del presidente de Marsans está anotada una audiencia con Cristina Kirchner para dar forma a la salida de capital español y la entrada de accionistas argentinos. El giro será presentado por el Gobierno como la “argentinización” de la transportadora, privatizada en los años 90.
El relato, recogido entre quienes siguieron de cerca la negociación, atribuye el entendimiento a la intervención directa de ambos gobiernos. De eso se encargaron el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro de Industria de España, Miguel Sebastián, hombre de confianza del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en entuertos de esta naturaleza con la Argentina. Según las fuentes, Fernández y Sebastián recogieron las tratativas cuando estaban en cortocircuito poco menos que terminal. Por entonces, Pascual amenazaba con “montar un pollo feroz” si la compañía -con altísima conflictividad laboral- dejaba de volar, mientras que el secretario de Transportes, Ricardo Jaime, se declaraba “harto de los chantajes españoles”.
En medio de esa situación, la embajada española en Buenos Aires tomó cartas en el asunto. Lo hizo con el mensaje de que reconocía “inquietud” por el futuro de Aerolíneas.
Sobre la mesa estaba la cuestión de fondo: la necesidad de aportar capital a la transportadora para hacerla operativa y la resistencia de Marsans a ponerlo. “Ellos no iban a poner dinero y Aerolíneas lo necesita”, sintetizaron anoche fuentes que siguieron de cerca la negociación.
En esa instancia fue que intervinieron Fernández y Sebastián. Con la bendición de ambos, el principio de acuerdo quedó asentado. Lo que resta ahora es ponerle miga. Y poner el dinero. Para ello, los directivos de Marsans -que están convencidos de que lo recibirán- aprestaban su nuevo viaje a la Argentina. Quienes trabajan con ellos aseguran: “Tienen ahora el 35 por ciento de algo, y eso es mejor que el 95 por ciento de nada, que era el riesgo que enfrentaban ante la imposibilidad real que demostraron de operar la compañía”.
Hay quienes confían aquí en que el Gobierno saque adelante a la compañía: “¡Hombre! Si ellos pueden controlarlo todo: aeropuertos, combustible, tarifas Y eso es algo que no sucedía con Marsans”. El riesgo de fondo es la enorme incertidumbre del mercado aerocomercial.