Actualmente es de público conocimiento que inmersos en el siglo XXI vivimos un mundo altamente competitivo en el campo profesional y laboral, donde lo único constante es el cambio, dados los vaivenes del contexto económico y geopolítico internacional, en tal sentido difícilmente vamos a ser competitivos e incluso sobrevivir si no somos capaces de convertirnos en “los mejores” en lo que hacemos.
En esta línea, es muy poco probable que estemos dispuestos a pasar por el proceso necesario para transformarnos en “el mejor” si no tenemos una intensa pasión por nuestra carrera profesional o actividad.
Por lo tanto, dedicar tiempo a entender cuales son nuestras pasiones, cómo estas se traducen en una misión para nuestras vidas y cómo podemos plasmarlas en una visión clara de donde queremos estar en varios momentos de nuestro futuro, es una de las mejores inversiones que podemos realizar.
Existen formas de analizar de cuales son nuestras pasiones, una de ellas es la introspección. Es decir, algo tan simple como preguntarnos, sinceramente, que es lo que más valoramos, es decir que es lo realmente importante para nosotros.
Eso lo podemos hacer mirando cuales son las actividades hacia las que nos orientamos de manera natural y de allí derivar un entendimiento acerca de cuales son nuestras pasiones.
Al conocer cuales son nuestras pasiones, podemos combinarlas con los conocimientos y habilidades más específicas que hemos adquirido a lo largo de nuestras vidas, de manera formal o informal, para generar una definición de misión personal. Es decir, una declaración acerca de cual es nuestro propósito y a que vamos a dedicar nuestra vida.
Ahora bien, para algunas situaciones y personas, la introspección puede ser suficiente. Sin embargo, puede ser útil y altamente recomendable tener un enfoque más científico y especifico al momento de definir nuestra misión. Por lo tanto, si realmente queremos realizar una definición objetiva y científica, necesitamos lograr un alto grado de conocimiento personal, de una forma que sea más confiable que la simple introspección.
Para realizar esto, podemos utilizar instrumentos de medición, que nos permitan tener información objetiva. La utilización de este tipo de instrumentos permite obtener una amplia variedad de información en poco tiempo. Esta información, si uno utiliza los instrumentos apropiados, es científica y positiva. Es decir, se centra en nuestras fortalezas más que en nuestras debilidades.
Después que hemos definido cual es nuestra misión en la vida, necesitamos desarrollar una visión clara de nuestra situación ideal, dentro del contexto de la misión. Es decir, cual es nuestra vida ideal y, especialmente, como nos vemos cuando estemos allí. En todos los aspectos: personal, familiar, económico – financiero, laboral, sentimental, académico, social, etc.
Para desarrollar nuestra visión debemos preguntarnos ¿Cómo nos veremos en los próximos 5, 10, 20, años e incluso hasta el final de nuestra expectativa de vida?
Una visión bien definida describe como será nuestra vida cuando lleguemos al punto final o a algún punto intermedio en nuestro camino hacia lo que consideramos como éxito personal y profesional. La visión es vital porque si no sabemos hacia donde vamos no podremos definir un camino y por lo tanto una estrategia de cómo lograr el resultado que esperamos.