Elon Musk ha hecho un movimiento sorpresa para hacerse con el control de la red social, que está saliendo bastante mal. “Esto parece un circo, un ardid publicitario”, dice un trabajador de la compañía
Es casi como un drama en unos cuantos actos. Elon Musk, el fundador de Tesla y recientemente coronado como el hombre más rico del mundo, entró hace unos días en el accionariado de Twitter. Musk compró un paquete de acciones, hizo presión para convertirse en consejero y tuvo que echarse atrás. Cuando todo el humo del movimiento parecía haberse apagado, llegó el movimiento sorpresa. Elon Musk lanzó una oferta no deseada para hacerse con el control absoluto de Twitter, convirtiéndose así la red social en la protagonista del ruido mediático y dando una sacudida al mundo de las redes sociales.
El movimiento empezó el pasado miércoles, cuando Musk lanzó una oferta valorando cada acción de Twitter en 54,20 dólares y la compañía en total en 41.400 millones de dólares, lo que supondría pagar un premium por encima de la cifra última de cotización previa de un 38%. La oferta de Musk era de pago en efectivo, “su oferta mejor y final”, que llevaría a Twitter a dejar de ser una empresa cotizada y a convertirse en una privada.
¿Por qué quería Musk – una estrella de Twitter además de milmillonario – hacerse con el control de la red social? “Twitter tiene un potencial extraordinario. Yo lo desbloquearé”, aseguraba en la carta en la que presentaba la oferta. Según Musk, había invertido en Twitter porque cree “en la libertad de expresión en todo el mundo y creo que la libertad de expresión es un imperativo social para una democracia funcional”. Pero tras invertir, asegura, ha percibido que Twitter “no sirve este imperativo social en su forma actual. Twitter necesita ser convertida en una compañía privada”.
Por supuesto, el movimiento encaja perfectamente con la filosofía Musk y su manera de hacer las cosas, que se ha convertido en su marca personal. “La oferta para comprar Twitter refleja completamente el rechazo de Elon Musk por la burocracia ortodoxa y lo que el ve como lastres regulatorios innecesarios”, asegura Daniel Clarke, analista temático en GlobalData.
El análisis de Clarke también es interesante porque deja claro qué intereses puede tener Musk en esta red social. Es decir, ayuda a comprender por qué Musk se pudo meter en toda esta historia para hacerse con el control de una red social que ni siquiera es la más popular del mundo. Twitter, recuerda el analista, no ha cambiado en una década y sufre para añadir nuevos usuarios.
Aun así, los que sí tiene son fieles a la red social (es la que tiene la base más leal de todas las redes sociales). Todo ello hace que a pesar de todo Twitter tenga potencial, pero, sobre todo, Twitter es “la red social en la que se produce la intersección entre debate político, anuncios de negocios y cultura popular”, explica. “Es el mejor lugar para un milmillonario tech para ‘curar’ su imagen”, apunta el analista.
Críticas al movimiento
Twitter confirmó, como cierre del primer acto, que había recibido la carta y que tomaría una decisión de respuesta. Pero ese primer momento ya se convirtió en un gran golpe mediático. En la propia Twitter no era complicado encontrar a quienes lamentaban el futuro del servicio si el movimiento seguía adelante. Las críticas llegaban desde muchas áreas.
De hecho, el movimiento contó con un elevado rechazo interno. Como señala MarketWatch, la perspectiva de que Elon Musk tome el control de Twitter despertó, en líneas generales, una sensación negativa entre la plantilla de la red social.
Los trabajadores temen que Musk hunda la reputación de Twitter, con movimientos que consideran cuestionables (por ejemplo, volver a permitirle a Donald Trump que utilice su cuenta). “La idea de una figura como Musk tomando el control es terrorífica para la reputación corporativa”, dijo uno de los trabajadores al medio. “Esto parece un circo, un ardid publicitario”, insiste otro.
Lo que preocupa es que el movimiento pueda convertir a la red social en algo peor. Rachel Foster-Jones, también analista temática de GlobalData, cree que Musk va en serio con la cuestión de la libertad de expresión en beneficio de la democracia, “pero la línea entre libertad de expresión y discurso de odio y desinformación se está volviendo cada vez más embarrada y los intentos por cambiar Twitter podrían fácilmente hacer que estas cuestiones espiralicen fuera de control”.
El segundo – y muy dramático – acto
En el segundo acto, y el más dramático, Twitter ha decidido rechazar la oferta de Musk de la manera más dramática posible. La compañía ha anunciado que adopta la defensa de la “pastilla venenosa”.
Sus accionistas podrían comprar acciones adicionales de la compañía con descuento, lo que haría más complicado a Musk hacerse con el control porque su porcentaje se iría diluyendo con cada compra de acciones y su poder de voto mayoritario se iría haciendo cada vez menor.
Twitter ha asegurado que con este movimiento hace mucho más complicado que una persona pueda hacerse con el control absoluto de la compañía sin pagar un extra o dar tiempo para evaluar la propuesta con calma.
Twitter aún puede ser comprado o vendido
¿Quiere decir que es ya imposible que Musk se haga con el control de Twitter? No. Como explican desde AP, la decisión de Twitter simplemente añade más melodrama a la situación. “Se están armando para una batalla con Musk”, le dice a la agencia de noticias Daniel Ives, un analista de Wedbush Securities. “También se están dando tiempo para intentar encontrar otro comprador potencial”, suma.
Es decir, Twitter podría acabar siendo vendida a un player aún por determinar o siendo comprada por Musk a pesar de todo, después de lanzar a los propios accionistas a una guerra por el futuro de la red social.
Pero, además, este movimiento es importante no solo por el hecho de que Twitter pueda ser vendido o que Musk se pueda hacer con el control de la compañía, sino por lo que dice del estado de las cosas y, sobre todo, de los intereses de los millonarios por hacerse con el control de parcelas que van más allá del área de sus fortunas.
“Esto sigue la tendencia de los milmillonarios para hacerse con el control de los medios digitales”, asegura Rachel Foster-Jones, citando también a Donald Trump o a Jeff Bezos.
Fuente: Puro Marketing