Dice Andrew Halfacre que, algunas veces, las preguntas que nos hacemos mentalmente pueden ser el origen de nuestro estrés laboral.
Pienso, por ejemplo, en Horacio, un cliente que atendí hace poco. Él tiene un nuevo empleo en una empresa con muchas posibilidades de desarrollo.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que se siente totalmente fuera de lugar allí porque no coincide con la “cultura” interna. Lógicamente, se siente muy frustrado…
Horacio me confesó su frustración acerca del nuevo equipo de trabajo, la manera en que sus integrantes dicen “sí” a las propuestas pero rara vez las llevan a cabo, la burocracia y la gran diferencia con la forma de trabajo de su equipo anterior.
Inconscientemente, Horacio se planteaba la pregunta “¿por qué?”
• ¿Por qué no me escuchan?
• ¿Por qué no puedo influir en ellos para que pasen a la acción?
• ¿Por qué tardan tanto en hacer todo?
• ¿Por qué no pueden ver que hay una mejor manera de trabajar juntos?
• ¿Por qué me cuesta ganarme su confianza?
Son preguntas, por cierto, razonables. Sin embargo, lo malo de estos “por qué” es que nos conducen a una búsqueda inútil de respuestas y nos sentimos frustrados.
El problema de la frustración es que es una “nominalización”: una palabra de acción disfrazada de sustantivo.
La frustración no existe. Lo que existe es el proceso de frustración. Si usted ejerce su frustración, por lo general se debe a que optó por hacer eso en vez de hacer algo más útil.
En este marco, existe una pregunta fundamental mucho mejor: “¿cómo?”:
• ¿Cómo hacer que me escuchen?
• ¿Cómo me conviene estructurar esta reunión o adelantarme a esas preguntas para vender mejor mis ideas?
• ¿Cómo comprender mejor las relaciones informales clave para llegar a buen puerto?
Preguntarse “¿cómo puedo hacer para…?” es más eficaz que preguntarse “¿por qué ocurre?”, dado que le devuelve a usted el lugar de control.
Si presta atención a su fisiología al hacerlo, verá que también ejerce un impacto más poderoso en su cerebro: lo hace abrirse ante las posibilidades en vez de buscar explicaciones para los problemas.
Y por cierto que preguntarse “¿cómo puedo hacer para…?” lo lleva naturalmente a ejercer su curiosidad en lugar de ejercer su frustración.
En definitiva, si usted se está autogenerando frustraciones en algún lugar, tal vez sea tiempo de cambiar sus preguntas de fondo, ¿no le parece?