Con el doble objetivo de restringir la salida de divisas y evitar una “corrida” como la que se dio con los tampones, el Gobierno inició una nueva ronda de encuentros con empresarios de diferentes rubros y los supermercados para darle un nuevo impulso al proceso de sustitución de importaciones.
Ayer fue el turno de las cadenas que integran la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), y a partir de hoy se iniciarán las reuniones de los fabricantes de alimentos y bebidas con el secretario de Comercio, Augusto Costa.
En el caso de los supermercados, las grandes cadenas ya se comprometieron a incrementar las compras de indumentaria y textiles de producción nacional.
El acuerdo por los textiles formalmente se firmará la semana próxima, aunque las negociaciones se iniciaron hace casi dos meses, con un primer encuentro en la sede de la Cámara de Indumentaria.
El convenio textil contempla toda la cadena de producción, desde los fabricantes de telas agrupados en la Federación Argentina de la Industria Textil (FITA) hasta las empresas confeccionadoras que integran la Fundación ProTejer y la Cámara Argentina de Indumentaria para Bebes y Niños (Caibyn). “Ya llegamos a un acuerdo con Cencosud, Walmart y La Anónima, y estamos en conversaciones con Coto y Carrefour. El compromiso que logramos de las cadenas de supermercados es que van a incrementar en un promedio del 25% sus compras de textiles e indumentaria de producción nacional”, explicó una fuente del sector textil.
La idea de la Secretaría de Comercio es avanzar con acuerdos similares al que se está negociando con los textiles para otros rubros como juguetería, bazar y útiles escolares.
En el caso de alimentos y bebidas, la incidencia de la importación es mucho menor y en la mayoría de los casos está sujeta a productos de nicho (y, por lo tanto, de ventas poco relevantes) y a rubros en los que por factores geográficos prácticamente no existe producción nacional. Por esta razón, los esfuerzos de la Secretaría de Comercio no están puestos en avanzar con acuerdos con los supermercados para que se comprometan a sustitutir importaciones, sino por alcanzar convenios con las empresas fabricantes para que incrementen sus niveles de producción.
Para terminar de convencer a las empresas de que impulsen nuevos proyectos de fabricación nacional, en el Gobierno confían no sólo en el papel que pueden jugar las dificultades para importar -como pasó en los últimos días con diferentes rubros, desde los tampones hasta los insumos médicos-, sino también en el papel aleccionador que tuvo para la industria el caso de Procter & Gamble.
La empresa norteamericana dueña de marcas emblemáticas como Pamper’s o Gillette fue acusada por la AFIP de haber incurrido en una supuesta maniobra de “sobrefacturación de importaciones” por un valor de US$ 138 millones, lo que derivó en la suspensión durante unos días de su CUIT y de su inscripción en el registro de importadores y exportadores.