Como había comentado en reflexiones por un nuevo liderazgo, ciertas personas ven al liderazgo como mecanismo idóneo para alcanzar fama, dinero y poder, esto se explica en virtud de la fuerte incidencia que tiene el sistema imperante en la conducta de las personas, las cuales son sometidas al mundo de la competencia desleal, de la injusta concentración de la riqueza y del individualismo. Estas personas son capaces de propiciar la más alta traición, son desleales a su gente, no respetan los principios de la organización y fácilmente venden sus conciencias cual si fueran productos del mercado.
Por ello, quienes acuden al liderazgo en búsqueda de un status económico, político o social, jamás se interesan por desarrollar los grupos humanos que dirigen, estas personas tienen como único fin la satisfacción de sus intereses individuales, y para conseguirlo emplearan las herramientas que estén a su alcance sean justas o no.
¿Será que alguna organización, institución, o asociación, necesita este tipo de liderazgo?… ¿Qué tipo de liderazgo necesitamos nosotros? Busquemos las respuestas a estas interrogantes para poder construir juntos un nuevo tipo liderazgo.
Si coincidimos que el liderazgo requerido en el mundo de hoy, debe tener como fundamento la ética, el humanismo, la equidad, la paz y la justicia, entonces nos encontramos en el mismo camino, donde entendemos al liderazgo como un conjunto de principios, conocimientos y habilidades empleadas para dirigir grupos humanos que buscan la consecución de metas comunes; constituye un arte para servir a hombres y mujeres que persiguen un objetivo determinado, tanto individual como grupal. Por consiguiente no olvidemos que toda organización contribuye armónicamente al desarrollo de sus integrantes, al mismo tiempo que se plantea el crecimiento social.
Comprendiendo de esta manera al liderazgo, quienes estamos en condiciones de ejercerlo, lo convertimos en una herramienta para incidir positivamente en el ánimo y en la actitud de las personas. No empleamos nuestras habilidades para causar daño, ni mucho menos para considerarnos superdotados o superiores a los demás. Entendemos que somos simplemente orientadores, facilitadores, con enormes responsabilidades.
Ahora bien, cómo entender entonces al líder. En concordancia con esta apreciación del liderazgo, opinaríamos que el líder es un estratega que con sabiduría, valentía, carisma y prudencia, dirige a grupos humanos a la conquista de las metas, produciendo con su accionar, cambios trascendentales a favor de todos. Ser líder significa estar dotado de un conjunto de habilidades para orientar, coordinar, participar y desarrollar a las personas, organizaciones o instituciones. Es cumplir con las mejores acciones para alcanzar el objetivo deseado. No se trata de un individuo superdotado, sino sencillamente de un ser humano con habilidades y destrezas diferentes.
El Ing. Washington Sandoval, en el documento Liderazgo Integral, comenta que “el líder no es un ser de otro mundo, es una persona normal, hombre o mujer, con sus cualidades y defectos, con aciertos y errores, pero que siempre busca el bien común sobre los intereses personales, por lo que en la esencia misma del liderazgo están los valores positivos, orientados hacia el bien, conformados por las normas y principios de comportamiento aceptados por el medio y que forman parte de la cultura”. Así avanzamos hacia el nuevo liderazgo.