Todo cambia cuando un trabajador conoce su fecha de partida de la empresa. Saber esto, influencia en demasiadas ocasiones la actitud del mismo, ya que, visto con un pie fuera de la oficina, sus rutinas y prácticas pueden cambiar –y de hecho cambian-.
¿Es un error despistarnos o abandonarnos en el sprint final de nuestro puesto laboral? Sí. Este es justo el momento en el que debes de intentar dejar una buena impresión –sin importar la razón de tu partida- pues es posible que necesites una carta de recomendación o volver al nido en un futuro. ¿Qué hacer antes de dejar tu trabajo?
Sé consciente del cambio: vete mentalizando de tu partida, pero no tengas la mente fuera de la oficina cuando estás dentro de ella. Trabajar al igual que hiciste anteriormente se convierte en una obligación.
Haz un plan elaborado de salida: habla con tu jefe y planifica tu trabajo, trata que nada se quede colgando. Ocúpate personalmente de temas burocráticos y de asuntos como pagos pendientes o temas que se quedaron a medias.
Recopila material: antes de irte, benefíciate de lo que te ha rodeado como modelos de trabajo, rutinas o lo más importante, los contactos con los que puedes llegar a trabajar en un futuro. Trasladar la agenda se hace necesario.
Termina la lista de “cosas que hacer”: es el momento de finiquitar la tediosa lista de pequeños deberes a los que nunca les veías el momento de resolverse.
Limpia y organiza tu escritorio: tira todo lo que fue útil para ti, organízalo, déjalo vacío para el siguiente trabajador y deja clara tu imagen personal, que habla a través de tu limpieza.
Deja tu impresión intacta: los últimos días son los decisivos para poder marcar tu puesto laboral con una imagen limpia y confiable. Da todo de ti y, ahora más que nunca, organiza tu agenda para que todo quede cuadrado a tu marcha. Ahora sí estás listo para empezar un nuevo ciclo.
