Cuántas veces nos hemos encontrado frente a la etiqueta de un alimento preguntándonos ¿esto qué querrá decir?, ¿será bueno para mí? Este tipo de consultas son una constante en los consultorios, cuando nos visitan los pacientes. Tan habituales como encontrarnos frente a envases con palabras como Light, reducido en, fuente de, 0%, que muchas veces nos confunden.
Por eso, resulta fundamental saber qué nos dicen las etiquetas para poder conocer los productos y alimentos que consumimos.
La realidad es que muchos de estos atributos o adjetivos pueden ser usados de forma absoluta o comparativa. Con esto nos referimos a que son absolutos con respecto a los valores determinados en el Código Alimentario Argentino. Por ejemplo, un alimento será bajo en grasas si tiene menos de 3 gr. de grasas totales cada 100 gr. de producto, o será cero en grasas trans si tiene menos del 5% en el total de las grasas del producto.
Ahora bien, cuando el adjetivo es usado de manera comparativa significa que dicha condición es respecto de otro alimento de iguales características. En estos casos, un caldo de verduras reducido en sodio quiere decir que tiene menos sodio que el mismo caldo en su versión original. Y a veces, no necesariamente quiere decir que tenga en realidad poca sal.
En este sentido, la lectura de la letra chica (siempre que se pueda, ya que es otro de los problemas de las etiquetas) resulta fundamental para analizar si se trata de uno u otro caso.
Otro punto a destacar reside en prestar atención al tamaño de la porción a la que hace referencia el envase y pensar si esa será la que se va a ingerir, ya que a veces la misma está subestimada. Por ejemplo, en el caso de galletitas si el paquete considera que 3 unidades es la porción estándar, y nosotros nos vamos a comer por lo menos 6, pues habrá que multiplicar por 2 el aporte de todos los nutrientes.
Lo cierto es que las etiquetas nutricionales son bastante confusas para el consumidor promedio, y son muy frecuentes las consultas sobre cómo saber si un alimento es bueno o no mirando los rótulos.
En la tabla nutricional se puede ver una columna con el porcentaje del aporte diario recomendado de cada nutriente. En este caso, también deberán cotejarlo con el tamaño de la porción a ingerir. Algunos expertos sugieren considerar que un producto es bueno si tiene menos de 5% del aporte diario recomendado de calorías, sodio, grasas totales, grasas saturadas y trans; y más del 20% del aporte diario recomendado de fibra, calcio, hierro, vitaminas y grasas mono y poliinsaturadas.
El listado de ingredientes es también otra cuestión a atender. Los alimentos muy procesados tendrán una lista muy larga, con muchos nombres y números que desconocemos. Es por esto que la Asociación Americana del Corazón (AHA), recomienda consumir alimentos que contengan menos de 5 ingredientes.
Por supuesto, como siempre decimos, todos los alimentos son buenos dependiendo de quién y cómo se los consuma. Hay que tener en cuenta las diferentes condiciones y requerimientos de las personas. Es por esto que los planes alimentarios o “dietas” no son los mismos para todo el mundo, no se pueden sacar de una revista, ni fotocopiar el de una amiga. Hay que consultar con un experto procurando ser conscientes de que somos lo que comemos.