Imaginemos que siempre quisimos volar y que poco a poco, con tremendo sacrificio y esfuerzo, pudimos comprar un biplano y deseamos aprender a pilotearlo. Así, vamos a una escuela de aviación. Pero allí, nos instruyen para pilotear un Boeing 777.
Si bien ambos son aviones, las características, equipamiento y capacidades que cada uno requiere no son trasladables al otro. Algunas habilidades cruciales para conducir un 777 son innecesarias para nuestro pequeño biplano.
Al mismo tiempo necesitaremos adquirir otras habilidades que, para el piloto de un Boeing, no tendrían ninguna relevancia ya que estarían automatizadas.
Las pequeñas y medianas empresas no son corporaciones en miniatura
Esta situación es análoga a la que suele enfrentar un empresario PyME en una escuela de negocios. Lo que allí le enseñan no es incorrecto. Pero tampoco es verdaderamente útil.
Una pequeña empresa no es una gran compañía en miniatura. Su modelo organizacional exhibe características específicas que no están presentes en una corporación. La informalidad característica de los procesos de las PyMEs hace que su gestión sea esencialmente diferente.
Así, los graduados de escuelas de negocios normalmente tienen muy en claro qué deberían hacer pero, en general, no tienen tanta lucidez cuando llega el momento del “cómo” hacerlo dentro de ese tipo de organizaciones.
De esta forma, el empresario se siente frustrado cuando descubre que aquello que en la escuela de negocios le han enseñado que debería dar resultado, fracasa cuando lo aplica en su pequeña firma.
El próximo paso, habitualmente, es la autojustificación: “estas cosas no son para las PyMEs”. Sin embargo, lo que en realidad ha fallado es su comprensión de la realidad integral de estas organizaciones.
¿Para qué nos preparan las escuelas de negocios?
1) Para manejarnos o tratar con gerentes, no con otros empresarios.
2) Para trabajar con organigramas claros y precisos, pero no para dar la misma relevancia al sociograma (con lo cual, nos perdemos de poder interpretar lo que sucede y por qué suelen suceder las cosas)
3) Para planear, administrar y controlar los canales formales de comunicación. Pero nos predispone mal contra los canales informales (a los cuales solemos atribuirle una función casi conspirativa).
4) Para creer que debemos esperar a tener una masa determinada de recursos para comenzar a aplicar ciertas herramientas. Pero esto está muy alejado de la realidad y posibilidades de la pequeña y mediana empresa.
5) Para creer que una gestión eficiente y profesional debe comenzar necesariamente por la definición clara y formal de la Visión, Misión, Valores, Objetivos y Estrategias, cuando en realidad se trata de temas que se viven día a día pero que rara vez (o quizás nunca) se declaman y mucho menos, se formalizan.
Podríamos seguir con innumerables ejemplos más. Y, en todos los casos, llegaríamos al mismo resultado.
Las escuelas de negocios no brindan TODOS los elementos necesarios para comprender la problemática y naturaleza de las pequeñas y medianas empresas y los que nos brindan no siempre son los necesarios para nuestras organizaciones.
¿Por qué? Porque nos enseñan a guiarnos por GPS (volviendo a nuestro ejemplo del biplano y el Boeing 777) y nos hacen expertos en su interpretación. Pero nuestro pequeño avión no tiene este instrumento.
¿Quién puede dudar de la importancia de un buen ERP para una empresa? ¿De un módulo para análisis de escenarios? ¿De un sistema de Business Intelligence?
Pero, ¿qué pasa cuando en nuestra PyME somos 10 o 20 personas? ¿Son igualmente importantes? ¿O, acaso no manejamos los mismos conceptos pero por otros medios menos formales y más al alcance de las posibilidades de la empresa y de su gente?
La falta de concordancia entre la herramienta, el momento del ciclo de vida de la PyME y las características internas y externas del negocio, es lo que hace que aún metodologías que han demostrado ser exitosas en otros contextos, fallen en las pequeñas organizaciones.
El pragmatismo dentro de una PyME es tan grande y el tiempo tan corto (por el ritmo vertiginoso en que gira la “rueda operativa”) que, dentro de esa concepción, cualquier dilación en obtener los resultados esperados aplicando lo aprendido, suele interpretarse como signo de su poca aplicabilidad y por lo tanto convalidan su no aplicación.
Así, en próximos artículos en MATERIABIZ, presentaremos algunos conceptos para comprender en qué momento de la vida de la PYME se manifiesta la necesidad de replantear el modelo de gestión, cuáles son los indicios que debemos considerar (situaciones concretas, simples y que vivimos todos los días) y cómo concretar la transición del modelo emprendedor al modelo empresario, sin morir en el intento.