Hay pecados que buen líder ni puede ni debe cometer en su trabajo. El CEO o jefe de una empresa tiene que mantener unos hábitos adecuados si quiere que ésta se desenvuelva en perfectas condiciones.
Cuando el líder sale de ese camino, cometiendo cualquiera de estos fallos, la cosa puede torcerse (y mucho)
No escuchar a cada uno de sus empleados
Es esencial saber qué quiere, necesita y opina cada uno de los empleados de la empresa. Un líder que deja de escuchar estas tres premisas de sus empleados está dejando su negocio a la deriva. Tener esa información a diario te hará saber qué rumbo tomar a cada momento.
Falta de empatía
Las necesidades de los empleados, proveedores, compañeros… todo el mundo tiene una vida más allá del trabajo y es responsabilidad de un buen líder entenderlo. Cuando un jefe se vuelve despótico y pierde la empatía la empresa va a notarlo (antes o después).
Imponer su criterio
Aunque una persona esté al frente de una determinada compañía o empresa, no debe imponer de forma dictatorial su criterio. Una empresa sale a delante con el trabajo de varias personas, sin las que no tiene sentido. Hay que escuchar propuestas de mejora, de cambio, soluciones, ideas… Imponerlas es un error garrafal.
Perder los nervios ante situaciones complicadas
Si un líder pierde los nervios y el control cuando se le presenta una situación inesperada o difícil… ¿quién se supone que ha de tomar las riendas? Un buen líder debe tener “nervios de acero” y no dejar que las circunstancias le desborden. Mantener la calma en momentos complicados puede marcar la diferencia entre que la empresa “flote” o se hunda.
Fiarse, únicamente, de su instinto
El instinto del empresario es algo a tener en cuenta en según qué ocasiones. Pero un buen líder no puede fiarse solamente de eso. Tiene que tener delante números, estudios, balances… en definitiva, ciertas garantías.