La pasada semana estrenaron una película llamada La Habitación. No la he visto todavía pero estoy escuchando buenas críticas. Cuenta la historia de una madre que vive encerrada en una habitación desde hace siete años con su hijo de cinco que nunca ha salido al exterior. En los últimos tiempos hemos conocido algunas historias parecidas pero con la diferencia de que estas eran reales.
Hace unos días, salvando las distancias, tuve una vez más la sensación de que en el mundo empresarial actual se ve como algo normal eso de encerrar, de limitar al máximo la visibilidad de los profesionales. Cada vez que animo a los asistentes a mis cursos a que sean más visibles, a que demuestren lo que son capaces de aportar y a que enseñen una muestra de su valor utilizando canales de comunicación a quienes lo puedan necesitar, surge alguien que me dice que su empresa no se lo permite.
En algunos casos, eso de responsabilizar a la empresa en la que trabajas de tu falta de visibilidad me suena a excusa. Al preguntarles si alguna vez les han prohibido dar alguna charla, tener su propio blog o hacer networking, normalmente me dicen que no, que lo suponen. Simplemente no muestran de lo que son capaces porque no lo han intentado, porque se ponen la venda antes de la herida. Pero en otras ocasiones la prohibición es explícita. Y ahí está lo grave.
Una persona en un taller reciente me comentaba que en su empresa la habían dado un toque y le habían dicho que dejase de publicar vídeos en YouTube. ¿Eran vídeos que estaban hablando mal de su empresa? ¿Acaso estaba divulgando información confidencial sobre su trabajo o los clientes de su compañía? ¿Mostraban alguna faceta poco “decorosa” de esta persona? Nada de eso. Eran vídeos en los que daba consejos y recomendaciones sobre como mejorar tu aspecto.
Esta persona tenía ya un número interesante de suscriptores. Su nombre real no aparecía en el perfil de YouTube. Pero por alguna razón, alguien de su empresa debió ver alguno de esos vídeos y la llamó al orden. La razón para prohibírselo fue que una persona que está relacionándose con clientes en una empresa “seria” no puede ser asociada con ese tipo de vídeos. Y yo me pregunto:
- ¿Hasta qué punto puede una empresa prohibirte hace algo perfectamente digno, decente y útil fuera de tu jornada laboral?
- ¿Por qué un profesional puede jugar al golf o ponerse hasta el culo de gin tonics y, sin embargo, le está prohibido utilizar los canales online y offline para desarrollarse profesionalmente?
- Eso de considerar normal impedir a los profesionales mostrar y demostrar su valía ¿es la versión dospuntocero de cortar el pie a Kunta Kinte para que no escape?
- ¿No se dan cuenta en las empresas que al tratar de “detener” el talento sólo van a conseguir que busque formas de escapar?
- ¿Cuando se van a enterar que un profesional con ganas y capacidad para comunicar bien puede ser la mejor forma de promocionar su empresa?
- Cuando decidan prescindir de un profesional a quien han mantenido oculto ¿Cómo le van a compensar la perdida de valor por mantenerlo invisible?
- ¿Nos hemos vuelto locos o qué?
Vale, ya se que las cosas son así. Que el mercado está jodido y como para no jugársela. Pero en una situación en la que vamos a estar cambiando de “cliente” con frecuencia nadie debería tener el derecho a limitar tus actividades y tus aficiones fuera de tu horario laboral, especialmente si estas sirven para mejorar tu reputación y aumentar tu valor como profesional.
Ojo, aquí estoy hablando de cosas sensatas. Se da por sobreentendido que si vas a ir a encuentros con gente de tu sector, si vas a impartir alguna charla o si vas a hablar de tu profesión en un blog, en los medios sociales, en prensa o incluso en un libro, no deberías decir nada relacionado con tu empresa o los clientes de esta. Pero más allá de eso, nada (legal) debería estar prohibido.
Si no te conocen, tu valor y tus opciones disminuyen. Por lo tanto, si alguien te impide ser conocido y reconocido como mereces, te está quitando tu dinero y está impidiendo que los tuyos vivan mejor.
Ocupar un buen lugar como profesional en la memoria de la gente de tu sector es algo que requiere tiempo y esfuerzo. No es lo mismo partir de cero que mantener una cierta visibilidad a lo largo de toda tu carrera. Posicionar una Marca Personal requiere tiempo. Así que si mañana te despiden o decides iniciar algo por tu cuenta y sólo te han permitido relacionarte con unas cuantas docenas de personas estarás en una situación muy precaria.
Creo que es urgente empezar a replantearnos las relaciones entre profesionales y organizaciones. Un empleado no es un súbdito aunque mucha gente siga diciendo aquello de “yo pertenezco a la empresa XXXX” ¡¡¡Pertenezco!!! Los profesionales somos proveedores de servicios, empresas unipersonales que nos asociamos con otras empresas más grandes para beneficiarnos mutuamente.
Así que, si decides desarrollarte profesionalmente y mostrar lo que vales y te dicen que mejor no lo hagas, ya sabes que es el momento de poner en marcha tu plan B.