El próximo 8 de septiembre se cumplirán 38 años del reconocimiento a Quito como primera ciudad en ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO), debido a su “valor universal sobresaliente”.
Con 320 hectáreas, Quito posee el Centro Histórico más grande y mejor conservado de América, conformado por 130 edificaciones monumentales, 5.000 inmuebles patrimoniales, 17 plazas y 53 museos, que combinan su oferta histórica y contemporánea. Quito es además la ciudad latinoamericana que más recursos destina a proteger su patrimonio cultural tangible e intangible.
La morfología de la ciudad antigua no ha cambiado en más de 481 años, su estructura es la misma desde que la fundaron los españoles en el año 1534, con sus calles, cuestas interminables, escalinatas, lomas y quebradas que se interponen al trazado humano. “Las acciones del hombre y la naturaleza se han juntado para crear una obra única y trascendental”, resalta la UNESCO.
Esto es palpable en cada esquina del Centro Histórico. Piedras de antiguas construcciones prehispánicas en la base del Palacio de Gobierno cuentan sobre la herencia indígena; el arte colonial se manifiesta en la Catedral Metropolitana, uno de los primeros templos en levantarse en Quito; y en el Centro Cultural Metropolitano, que durante los siglos XVII y XVIII funcionó como una universidad, se observa el legado jesuita.
Otros imperdibles en el recorrido por la historia de este Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad son: la iglesia La Compañía, obra cumbre del barroco en América; la Plaza Grande, núcleo de importantes gestas históricas locales y del país; y el complejo religioso de San Francisco.
El área patrimonial es urbana, es donde nació la ciudad, donde se origina y desde allí crece la ciudad hacia el Sur o hacia el Norte, hacia el Occidente y el Oriente. El centro constituye un gran eje, alrededor del cual emerge la ciudad “nueva”.
Además, el Centro Histórico está lejos de ser un museo; es un lugar residencial, comercial y patrimonial, donde viven y trabajan habitantes de orígenes e historias diversas. Los quiteños se encuentran en los espacios públicos y en los mercados populares del Centro Histórico. Por eso, allí se experimenta la esencia de la ciudad.
Allí también vive el patrimonio inmaterial de la ciudad, en la tradición de las familias de los artesanos que guardan los saberes de oficios centenarios. Lugares como La Ronda reúnen la habilidad y la creatividad de los artesanos, quienes con sus manos fabrican juguetes, sombreros, dulces, piezas talladas y mucho más.
La gastronomía también es parte fundamental del patrimonio de la ciudad. La cocina quiteña es una amalgama de sabores, aromas y colores exquisitos, que se origina en épocas prehispánicas, se fusiona en el período colonial, madura en la etapa republicana e incorpora técnicas culinarias contemporáneas.
En Quito nace además el tren patrimonial, inaugurado en 1908 y considerado uno de los más importantes de América Latina por su valor histórico, que une la Sierra con la Costa atravesando 700 kilómetros de paisajes asombrosos.
Las atracciones de Quito y sus esfuerzos por promover un turismo del buen vivir y cultural en equilibrio con la naturaleza han sido reconocidos. Quito fue incluida entre los “1.000 lugares para ver antes de morir” por el New York Times y destacada como uno de los “10 destinos por descubrir”, según Lonely Planet. Por tercer año consecutivo, además, ha sido elegida “el principal destino turístico de América Latina” por los World Travel Awards, conocidos como los “Óscar del Turismo”.
Estos reconocimientos consolidan a Quito como un destino imprescindible, que conjuga historia y modernidad e invita a los turistas de todo el mundo a vivir este Patrimonio Cultural que pertenece a toda la Humanidad.