Inicio Empresas y Negocios Reflexión sobre el mercado constructivo-inmobiliario

Reflexión sobre el mercado constructivo-inmobiliario

El dinero sirve como instrumento de intercambio de bienes y servicios, a la vez que como reserva de valor porque sus poseedores mantienen la convicción de su poder de compra. Pero hay monedas y monedas. Hace mucho tiempo que la sociedad argentina mayoritariamente adoptó al dólar como moneda de ahorro y transa de bienes inmuebles. El intento de pesificación que implementó el gobierno en octubre del 2011, a través del llamado cepo cambiario, solo provocó el enfriamiento de parte de la actividad inmobiliaria y no pudo cambiar esa tradición.

El gobierno advirtió el efecto negativo que provocaba el cepo y seguramente, pero no sólo por ello implementó en julio del 2013 otra medida controvertida, el régimen de exteriorización voluntaria de moneda extranjera. La informalidad de la economía argentina hacía pensar que muchas personas y empresas estarían interesadas en aprovechar el blanqueo de capitales, propuesto prácticamente sin costo, y entregarían sus dólares para adquirir cedines (certificados de depósito para Inversión) pero el régimen aún no aporta las soluciones que se esperaban. Errores de implementación de la medida y el hecho de que muchos vendedores son reticentes a vender sus inmuebles recibiendo cedines y aplicarlos para cobrar sus dólares hacen que las operaciones no fluyan. Esta es una medida directa para reactivar las compraventas de inmuebles pero es extraño ver la poca disposición de bancos e instituciones representativas del sector en difundir y proponer su uso de modo de  colaborar en revertir la desconfianza que provoca. Hasta lo que se conoce, todos las cedines aplicados en operaciones inmobiliarias pudieron ser canjeados por dólares billetes por lo que no se entiende que la medida no cuente con mayor aceptación.

La actividad también se ve contraída por la persistente palabra de muchos analistas económicos y políticos y hasta de agentes del sector que anuncian catástrofes, que afortunadamente no se cumplen. Desorientan a quienes poseen los dólares billetes pero que no se desprenden de ellos porque esperan la revalorización infinita de ese activo y una supuesta importante baja del valor de los inmuebles.
Parece lógico que cada uno tome decisiones evaluando contextos pero, ¿qué pasa si esto trae como consecuencia una postergación indefinida de un proyecto vital, como lo es la compraventa de una propiedad? ¿es razonable especular con el valor del dólar, una variable totalmente ajena a una persona, para concretar la resolución de una necesidad, de un deseo o modificar la calidad de su vida?  No existen únicas respuestas frente a estos interrogantes y hay múltiples enfoques que se pueden hacer. Para algunos prevalece una mirada oportunista y para otros una más “naif”.

Hoy, al haberse descomprimido las presiones devaluatorias del peso frente al dólar, percibimos que hay más consultas y nos alienta a pensar en próximas operaciones. Serán bienvenidos “espasmos”, reacciones coyunturales pero no son la solución para tener un desarrollo previsible y continuo de la industria de la construcción e inmobiliaria a la que se le reconoce la generación directa e indirecta de muchos puestos de trabajo y por ello surge la especial atención que debe propiciarle el gobierno.

Las soluciones también debiéramos buscarlas desarticulando el proceso inflacionario que triste y recurrentemente tenemos porque aparte de afectar especialmente el poder de compra de los hogares de menores ingresos, desalienta el ahorro en nuestra moneda y crea distorsión de precios relativos que aumentan la incertidumbre sobre los costos. Todo esto provoca el alejamiento de inversiones para proyectos productivos de mediano/largo plazo tan necesarios para sostener la actividad económica y en el caso específico de la actividad inmobiliaria, hace inviable contar con un mercado de capitales dispuesto al otorgamiento de créditos hipotecarios a tasas razonables que no sea el que correctamente dá el gobierno a través del Plan Procrear subsidiando a sectores de bajos ingresos.

Este panorama no es el mejor para enfrentar el 2015 pero no es el peor. En términos deportivos diría que el partido es “jugable”.  La resolución de la restructuración del 100 % de la deuda externa puede ser una buena noticia que traiga tranquilidad en los mercados financieros y deje de traccionar negativamente en nuestra economía pero más allá de ello creo que la sociedad argentina ha sabido superar situaciones mucho más difíciles que la actual… A menos que tengamos mala memoria y eso sí que no tiene solución.