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Rompe con tu jefe sin que “arda” tu empresa

Y con “romper” con tu jefe, nos referimos a coger la puerta y marcharte de la empresa. El motivo por el que hayas decidido dejar tu puesto de trabajo es indiferente, incluso si tienes otro empleo al que incorporarte o no.


Da igual también si es por culpa de tu jefe. No salgas “dando un portazo” y quemando los puentes. Nunca sabes cuándo volverás a cruzarte en el camino de la gente de tu empresa, si algún día los necesitarás (o te necesitarán) u os volveréis a ver.

Lo mejor que puedes hacer es mantener la cabeza fría y serena. Mucha gente se siente tentada de soltar todo lo malo que le ha sucedido durante sus años de crecimiento en esa empresa y “quedarse a gusto”. Por supuesto puedes exponer, y debes, los motivos de tu adiós. Pero debes hacerlo con cordialidad y sobre todo, respeto.

Mantén una tranquila reunión con tu jefe, elige el momento adecuado (no le pilles a traición por el pasillo y se lo sueltes a bocajarro…). Debes explicar con argumentos convincentes por qué te marchas. Que la reunión dure lo que tenga que durar.

Deja que tu jefe te haga una contraoferta si lo cree necesario (si te marchas por el salario o por falta de evolución o retos profesionales), porque puede que te haga replanteártelo cuando creías que lo tenías todo bien atado. No seas tozudo y mantén los oídos bien abiertos. Ahí puede estar el punto de inflexión, la llave que siempre se te había negado.

Además, si tienes otro puesto de trabajo o tu decisión de marchar no tiene vuelta atrás, intenta proponer a alguien totalmente válido y en quién confíes plenamente para cubrir tu puesto. Una alternativa firme, consolidada y real siempre es bienvenida.

En última instancia puedes incluso organizar una comida o cena con las personas más allegadas en tu empresa (sí, incluye a tu jefe) para despedirte de una forma simpática y tu recuerdo entre los que se quedan sea bueno. No olvides todo lo que te ha aportado como persona y profesional el tiempo que has pasado desempeñando ese trabajo.