Si bien la Responsabilidad Social Empresaria todavía es escasa y cuenta con presencia predominante en algunos sectores empresariales y naciones por sobre otros, hay una creciente tendencia a su inclusión en los planes anuales y presupuestarios de las compañías.
Según una investigación realizada por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), la participación del entorno empresarial en el área social incrementó del 59% al 69% del 2000 al 2004. Además, el estudio registró que aproximadamente 600.000 empresas operaban en algún tipo de actividad social. ¿Este fenómeno se debe únicamente a una mayor conciencia por parte de las compañías sobre su responsabilidad con la comunidad y su entorno?
El economista Milton Friedman sostuvo en 1970, en un artículo publicado por el New York Times, que “la única responsabilidad social de las empresas era obtener los mayores beneficios posibles dentro del marco legal, no debiendo éstas dedicarse a la acción social ni a la filantropía”.
Muchas compañías consideran que su función social radica en donar dinero o productos a proyectos y organizaciones sin fines de lucro, facilitar su visibilidad o patrocinar eventos. Estas obras de beneficencia muchas veces disfrazadas de altruismo, son verdaderamente cálculos para reducir pagos de impuestos o estrategias que buscan posicionar la imagen de la empresa como responsable y humanitaria, sin que estos valores se repliquen en la estructura de modo holístico.
Lo cierto es que los consumidores y clientes cada vez tienen en mayor consideración la participación en causas sociales por parte de las empresas con las que se vinculan. De tal modo, las organizaciones socialmente responsables consiguen diferenciar sus productos mejor que otras que no lo son; incrementando así el grado de fidelidad del mercado y la admiración de los grupos de interés.
Resulta lógico que las empresas con consciencia solidaria que activamente participan en su ambiente procuren dar visibilidad e incluir a sus clientes. No obstante, no deben confundir el accionar sostenible con mera filantropía o marketing social.
El verdadero RSE no puede radicar únicamente en acciones de corto plazo, ya que estas no serían suficientes para ayudar a resolver problemáticas sociales. Debe ser un proceso derivado de la preocupación de las organizaciones por los impactos que sus actividades pueden generar para la sociedad en su conjunto. Debe ir más allá de una postura políticamente correcta y debe buscar incorporar a muchos otros agentes sociales, incluso a proveedores, accionistas, inversionistas y autoridades públicas.
En el caso de Teradata, además de contar con una conducta sostenible reconocida por el índice internacional de sustentabilidad de Dow Jones, nosotros hacemos especial énfasis en alinear nuestra misión y negocio para realizar un bien social. Llevamos a cabo una Filantropía de Datos, a través de la cual brindamos nuestro conocimiento experto en big data y análisis de datos, con el objetivo de ayudar de forma voluntaria a organizaciones sin fines de lucro y asociaciones civiles a optimizar y explotar su capacidad. Por otro lado, contamos con un amplio programa de Empleados Comprometidos orientado a crear oportunidades para que estos se vinculen con su comunidad y colaboren con la sociedad, la educación y/o el medioambiente.
Por tal motivo, si se logra una gestión responsable de calidad para toda clase de organizaciones que beneficie al total de la comunidad, un amplio rango de factores positivos se desencadenará. Para empezar, sus empleados estarán más motivados y comprometidos al sentir que su trabajo motiva cambios sociales. También consolidará una imagen positiva, obteniendo el reconocimiento de los consumidores; así llegará a nuevos mercados y contribuirá a la preservación de los recursos ambientales. Además colaborará en el desarrollo cultural y social de su comunidad con vista a futuro.