¿Quién no ha visto a sus abuelas sentadas tejiendo? Algunas lo hacían a dos agujas, otras con la de crochet avanzaban rápidamente. Lo cierto es que estos oficios son desde su origen saberes femeninos que estructuraban el cotidiano de las mujeres de décadas anteriores. Con la llegada de la modernidad, muchas comenzaron a abandonar esas labores y la moda de comprar todo listo para usar se impuso. Sin embargo, hoy hay una revalorización de esas tareas manuales, tanto que muchas se convirtieron en la base de innumerables emprendimientos.
Piezas decorativas tejidas (guirnaldas, fundas para pavas, tazas, teteras), prendas tejidas con diseño personalizado, intervención de objetos de la casa y hasta galletitas decoradas tipo caseras invaden hoy las páginas de subastas online y las redes sociales. En todas ellas se ofertan numerosas propuestas, siempre buscando darle calidez a cada experiencia.
Lo cierto es que quienes hoy emprenden esta movida son mujeres, sobre todo mujeres, que eligen este estilo de negocio pues encuentran un disfrute y una conexión con sus generaciones anteriores. Además, pueden así buscar sus propios gustos, fomentar la creatividad y hasta emprender una Pyme en la que puedan ir creciendo de a poco, manejando sus tiempos y sus capacidades de producción de acuerdo a las elecciones que vayan efectuando.
Al mismo tiempo, así como desde el lado emprendedor se plantea esta revalorización de saberes que se pasan de generación en generación, que se solían aprender puertas adentro de la casa familiar, también los consumidores han hecho crecer la demanda de este tipo de producciones, poniendo un valor más reconocido en las tareas artesanales y manuales.