Aunque en los últimos años muchos han querido ver en los influencers la gran esperanza del marketing en redes sociales, otros creen que son la última gran burbuja destinada a explotar y a demostrar que no es oro todo lo que reluce. Estamos pues, ante el último gran debate den marketing.
El último estudio sobre marketing en Reino Unido, el informe anual de la Advertising Standards Authority británica, que no estaba precisamente centrado en influencers, ha convertido a los influencers en el blanco de las quejas que los consumidores presentan ante los organismos públicos. Un 26% de todas las quejas contra publicidad online fueron contra campañas de los influencers, encabezando así las quejas de la publicidad online. Además, ha evidenciado que los consumidores cada vez les permiten menos a los influencers y que la ASA está siendo cada vez más dura con ellos.
Por lo general, ambas conclusiones podrían extrapolarse a cualquier mercado. Los consumidores son cada vez más duros con los influencers y ven con peores ojos cuando publican campañas sin la etiqueta que las marca como publicidad. Pero también los organismos de control han empezado a endurecer sus políticas hacia ellos, no dejándoles pasar por alto los errores y lanzando diversas alertas recordando que tienen que hacer con la publicidad.
Pese a ello, continúa siendo algo frecuente encontrarse con campañas no etiquetadas o mal etiquetadas y con acciones que no cumplen la normativa de la publicidad online. Por su parte, los influencers siguen indicando que las normas siguen sin estar del todo claras.
El caso Kylie Jenner y el humo influencer
La cuestión es que el problema de los influencers no se encuentra solamente en la identificación de las campañas y en su ejecución, sino también en que aún no existen estándares claros para medir los resultados y en que continúa sin haber un transparencia clara sobre los que se consigue y las cifras que se manejan. En el mundo del marketing con influencers sigue habiendo mucho humos y muchos juegos de espejos, lo que parece que no siempre es lo que sucede realmente.
Uno de los mejores ejemplos de este tipo de situaciones es el caso Kylie Jenner, una de las hermanas Kardashian, que se ha convertido en uno de los rostros de mayor éxito dentro del marketing con influencers. Su perfil es, actualmente, uno de los más populares y una de las más monetizables. Su marca de cosméticos, que surgió de sus publicaciones en Instagram, se ha convertido en una importante fuente de ingresos y en un elemento emergente, estando valorada nada menos que en 1.200 millones de dólares.
Debido a ello, Jenner apareció en la lista Forbes y en portada de una de sus revistas, por lo que se hizo viral y reconfirmó su marca personal como una emprendedora de la red. Pero, ¿era todo esto realidad o un ejemplo más del humo que venden los influencers? La última exclusiva de Forbes que protagoniza, apunta precisamente en la segunda dirección. Cuando Coty se hizo con la mitad de la empresa, los datos económicos se hicieron públicos y se descubrió que no se había vendido tanto como prometía y que su facturación era más baja de lo que había publicado Forbes para valorar en su lista de millonarios. Por tanto, la realizar es que Jenner y su entorno inflaron los datos, maquillando los resultados y tapando con humo lo que no funcionaba. Forbes acaba de dejar de considerarla milmillonaria.
Fuente: Digitalist Hub