Me escribe una lectora comentándome que su principal obstáculo es la falta de seguridad ante nuevos emprendimientos. De hecho, no es la primera que me comenta algo así. ¿Cuántas veces le has dado vueltas a algo en tu cabeza y al final no te has atrevido a dar el primer paso? Tienes en mente una idea, algo que te hace mucha ilusión, que te apetece mucho pero siempre le encuentras un pero, ¿verdad? Ya sea empezar tu propio negocio, cambiar de profesión o cambiar algo de tu vida que no te satisface, parece que nunca te atreves a dar ese primer paso.
Primero decirte que es normal, ante cosas nuevas, el miedo y la inseguridad aparecen rápidamente. No te pasa sólo a ti, nos pasa a todos. El miedo es ese compañero constante que no te abandona ni a sol ni a sombra. A veces es bueno, evita que cometas locuras; pero normalmente es un estorbo, te impide hacer lo que realmente quieres hacer. Como ya he dicho en otras ocasiones, el miedo se disfraza de excusas que, para ti, son poderosas razones para no hacer lo que quieres hacer. Ante un nuevo emprendimiento algunas de las más frecuentes son:
– Falta de motivación
– Falta de seguridad o confianza en ti misma
– Falta de experiencia o conocimientos
– Falta de tiempo
¿Cuál de estas excusas te pones tú para no empezar? Para empezar algo nuevo lo más importante es sólo una cosa: querer. Cuando realmente quieres hacer algo, no hay nada que te pare. Aunque tengas miedo, aunque creas que no sabes lo suficiente, sigues adelante. Y una vez has dado el primer paso y llevas parte del camino recorrido, si miras para atrás te das cuenta de que:
1. Tu visión es lo que te mantiene motivada. No necesitas una motivación especial para empezar. Si la tienes perfecto y si no, llegará a medida que vayas avanzando y logrando cosas. Lo que de verdad importa es que tengas en mente qué es lo que quieres conseguir y por qué es importante para ti.
2. Es difícil tener seguridad en ti misma al principio. Pero al igual que con la motivación, a medida que avanzas y aprendes cada vez tienes más confianza en ti misma. Cada vez aprendes más rápido y te das cuenta de que lo que de verdad marca la diferencia y genera resultados es actuar, implementar lo que sabes cuanto antes. Formarse es importante, pero hacerlo indefinidamente como excusa para no empezar (porque tienes miedo de no estar a la altura) no te va a llevar a ningún lado. Hasta que no empiezas no te das cuenta de que estás sobradamente preparada y lo que te falta lo aprendes o contratas por el camino.
3. Cuando sabes el “qué”, el “cómo” aparece. Es una de las partes más agradables de atreverte a empezar algo nuevo. Cuando sabes qué quieres pero no cómo lo vas a lograr y aún así tomas la decisión de ir a por ello, entonces el cómo se va presentando poco a poco. A lo mejor te gustaría tener tu propio blog pero no tienes ni idea de cómo empezar y, de repente, te llega al correo el artículo “Cómo empezar tu blog en 3 pasos”. O te decides a empezar tu propio negocio y ves un anuncio de un coach o consultor especializado en emprendedores. Los más escépticos no os creeréis esto, pero pasa. Ya lo dice el refrán “Cuando el alumno está listo, el maestro aparece”. ¿La explicación “científica”? Cuando te centras en algo empiezas a notar cosas que antes te pasaban desapercibidas. Seguro que habías recibido un montón de mensajes sobre blogs, pero ni te diste cuenta porque no era tu objetivo. Ahora que lo es, empezarás a encontrar lo que necesitas para avanzar.
4. Cada uno saca tiempo para lo que quiere. Si no tienes tiempo es que no te interesa sacarlo. Es una cuestión de compromiso. No tienes por qué hacerlo tampoco, puedes seguir como estás. Pero si realmente quieres cambiar, ¿qué puedes hacer hoy mismo para sacar tiempo?
En mi experiencia, si de verdad quieres sacar adelante algo nuevo, tener una visión, un plan, una estructura y alguien que te apoye y te guíe es fundamental. Pero lo más importante de todo es estar comprometida al 100% con tu proyecto. ¿Tú lo estás?