En otras oportunidades hemos hablado de la importancia del hombre como elemento indispensable y trascendente en la materialización de cualquier plan estratégico.
A todo empresario le es claro que su destino se encuentra definido no sólo por su capacidad de anticipación e inteligencia, sino que el futuro de su empresa se encuentra en manos de su gente.
Ya hace mucho que los técnicos japoneses le brindaron al mundo la más alta tecnología en equipos, accesibles en lo económico y de muy fácil operación; con dicho acto decidieron también dar fin al precepto de la administración tradicional de obtener ventajas competitivas “duras” mediante la adquisición del elemento máquina.
A partir de dicho de la popularización de la tecnología de producción las empresas debieron buscar la tan mentada ventaja competitiva en los aspectos “blandos”; en el hombre y su potencial creativo.
Los economistas y administradores tradicionales están acostumbrados a ocuparse de temas empresariales fuera del contexto político-social, es decir, fuera de una realidad que los condiciona.
Esta es la razón por la cual la economía o administración “pura” o “conceptual” funciona a la perfección. En los papeles esta todo bien, siempre 2 x 2 es igual a 4, pero cuando estos postulados son llevados a la realidad aparecen los condicionamientos políticos que afectan notablemente una aplicación tan aséptca, e incluso, hasta puede obtenerse el resultado adverso a lo deseado.
Dentro de las empresas, en la rutina de gestión, también hay que diferenciar la decisión “pura o conceptual” del resultado que se obtiene luego que ésta ha pasado por los distintos estamentos, adptándose a los involucrados.
El empresario debe saber que por más que una decisión sea muy clara y precisa para la alta dirección, ésta se verá afectada en el proceso de efectivización y se verá modificada incorporando matrices en directa relación a la política de la empresa, la cultura compartida del grupo humano y los intereses personales de quienes componen esa estructura.
Recuerdo haber leído un artículo por el ex ministro de Economía Dr. Juan Aleman, que explicaba el por qué en nuestro país resultaba imposible privatizar (en aquel entonces).
El sostenía que aún cuando la decisión política fuera tomada, como la operatoria de la gestión en gran medida recaía en el personal del organismo a privatizar y como éste –en relación a la cultura compartida del momento- no adhería a dicha resolución, no colaboraba para hacer realidad tal decisión. Es más, en muchos casos el mayor aporte realizado era el transporte del expediente al cajón de algún escritorio apartado –literalmente “se cajoneaba”- y sólo cabía esperar el olvido o el cambio de conducción.
Es común escuchar la queja de los ejecutivos por no haber logrado los resultados planeados aún cuando disponían de los recursos para tal fin.
Seguramente los objetivos propuestos bien podían ser cumplidos con lo que se poseía, pero al ubicar a éstos en una determinada realidad social, todo plan, sufre una distorsión –de magnitud relativa- que puede provocar el alejamiento del plan y, por ende, de los resultados esperados.
Debemos recordar que las estrategias y planes siempre son llevadas a cabo por hombres y estos son capaces de hacerlas exitosas o no.
En otras palabras, de nada vale si hacemos el mejor de los diagnósticos y un excelente plan de marketing si luego no somos capaces de materializarlo.
El tiempo de los escritos era en la escuela o la universidad, aquí estamos en el mercado y este es cada vez más competitivo.
Los factores externos condicionan a dicho plan y debo contemplarlo. El personal de la organización condiciona a dicho plan y debo contemplarlo.
En cuanto a los factores externos debo considerarlos a fin de evaluar y tratar de compensar su influencia negativa y favorecer a la influencia positiva. No obstante, debe saberse que no puede hacerse mucho al respecto de dichos factores; los mismos son variables externas donde la capacidad de alterarlos es muy limitada. Sólo puede intentar anticiparse y/o compensar sus efectos, pero no mucho más.
En lo referente al personal de nuestra organización, ahí estamos hablando de variables dentro de nuestra influencia y/o control. Es nuestra obligación hacer que este grupo humano responda tal como deseamos y resulta necesario y esa es nuestra tarea, quizás una de las más complejas e importantes que tiene todo dirigente.
Nuestra gente debe responder al plan y para eso, ellos deben sentirlo, vivirlo, amarlo…casi tanto como lo hace usted. Si no se ven involucrados en el plan, si el proyecto no es su proyecto seguramente priorizarán sus necesidades y visiones sobre tema.
Sólo de Ud. depende, si piensa que con ver el negocio, comprar los elementos que necesita y tener empleados a los cuales se les da una tarea, debo decirle que esto es solo la mitad de la película.
En un mercado competitivo es la participación, compromiso y entrega de la gente lo que hace la diferencia. Esto, sólo se conseguirá si Ud. logra una comunicación inteligente y eficaz con ellos, si consigue tocar sus emociones y hace que se genere un sentido de pertenencia en cada uno de ellos.
En un mundo donde la tecnología es obtenible por todos, cuando vemos que todos tienen la misma herramienta, la competencia la gana aquel que trabaja mejor y esa ventaja se materializa en la gente que utiliza esa herramienta, se concentra en su gente.
Hay muchas técnicas y modos para generar dicha corriente de comunicación y participación. No es algo económico ni fácil, pero quién dijo que el éxito se consigue de manera fácil y económica.
No se puede jugar al fútbol si no se cuenta con la pelota, botines, …y menos si no se cuenta con jugadores y sus deseos de jugar y ganar.
Recuerde que sus objetivos no son alcanzados solo con tener el mejor plan, se requiere de gente para que este sea llevado a cabo.
De usted depende…o quizás prefiera que su proyecto sea “cajoneado”.