A partir de diciembre, las conocidas “grasas trans” serán prohibidas. Esta medida, tomada en el marco del Plan Nacional Argentina Saludable que lleva adelante el Ministerio de Salud de la Nación, se asienta en los comprobados perjuicios para la salud de la población que representa su consumo.
Estudios científicos de la Organización Mundial de la Salud han revelado que el consumo diario de 5 gramos de grasas trans es suficiente para aumentar en un 25% el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Esta cifra no es menor si se tiene en cuenta que la hipertensión arterial, el colesterol elevado, junto con otros factores de riesgo, determinan que en nuestro país las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares representen el 32% de las causas de muerte.
En este marco, el Código Alimentario Argentino ha modificado su Art. 155 tris planteando de este modo un máximo tolerado de ácidos grasos trans de producción industrial para los alimentos, siendo del 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo y del 5% del total de grasas en el resto de los alimentos. Estos límites no se aplican a la grasa animal (proveniente de rumiantes como la vaca, llama, búfalo, etc.), incluyendo la grasa láctea.
Las grasas trans aparecen durante la hidrogenación parcial, cuando se convierten las grasas líquidas en sólidas. Generalmente, se emplean en margarinas y se utilizan para la elaboración de alimentos procesados como por ejemplo algunas galletitas, snacks, productos de panificación (hojaldres), amasados de pastelería, copetín, alfajores y productos con baño de cobertura, entre otros.
Estas grasas han resultado atractivas para la industria de alimentos debido a su prolongado tiempo de conservación, su mayor estabilidad durante la fritura y su mayor solidez y maleabilidad.
Pero, tienen efectos altamente adversos para la salud aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, de muerte súbita de origen cardíaco y de diabetes mellitus. Esto se debe a que provocan un incremento en sangre del colesterol LDL (colesterol malo), y su exceso tiende a adherirse y engrosar las paredes de las arterias y venas de todo el organismo, incluyendo el corazón y el cerebro. A la vez, esto conlleva a la disminución del colesterol HDL (colesterol bueno), lo que provoca una reducción en la capacidad para regular, eliminar y reciclar el colesterol.
En este sentido, desde la Fundación Cardiológica Argentina, fieles a nuestro compromiso permanente por educar a la población y promover la adopción de hábitos saludables para nuestra salud y la del corazón, brindamos algunas recomendaciones para que desde ahora podamos comenzar a tomar medidas que nos permitan identificar las grasas trans en los alimentos que consumimos diariamente y que nos ayuden a reemplazarlas por otras opciones más sanas:
• Aprender a leer e interpretar la información nutricional de los alimentos y elegir aquellos que tengan menor cantidad de grasas saturadas, colesterol y que sean libres de grasas trans.
• Buscar en la lista de ingredientes de los productos las palabras “parcialmente hidrogenada”, esta es una manera de detectar las grasas trans y poder evitarlas.
• Utilizar cualquier aceite en crudo, ya que es importante consumirlo porque aporta ácidos grasos esenciales (estos son aquellos que el cuerpo no produce y resultan más sanos que cualquier producto que contenga grasas trans).
• Siempre es mejor consumir verduras, frutas y carnes (donde en todo caso podemos sacar la grasa visible) en lugar de alimentos procesados.
• Empezar a adoptar en las comidas el aceite crudo dado que el aceite cocido se hidrogena y se vuelve poco saludable para la salud. Por eso, sugerimos incorporarlo una vez que se apaga el fuego.
• Siguiendo esta línea, las frituras no están prohibidas siempre que el aceite se utilice de primera mano. Lo ideal es no volverlo a utilizar para una segunda cocción. En caso de realizar una cocción con aceite, hacerla cuando esté bien caliente; con un baño de fritura evitamos que el alimento se impregne de materia grasa.
• Si tenemos que elegir entre aceite y margarina, la mejor opción es el aceite; entre la manteca y la margarina, optemos por la manteca; entre un vaso de gaseosa (que contiene hidratos de carbono de mala calidad) o un pan con manteca, la mejor alternativa para darse un gusto es ir por el pan con manteca; y entre comer una milanesa o un sándwich de fiambre, elijamos la milanesa (cocida al horno) con ensalada.
Por último, recordemos siempre que el ejemplo comienza en casa. Lo que hagamos como adultos repercutirá en la vida de nuestros hijos. Si desde chicos les inculcamos hábitos saludables, contribuiremos a que crezcan como ciudadanos responsables por su salud y la de su comunidad.