La plataforma regional de transporte colaborativo que se fundó el año pasado en Argentina con el objetivo de eficientizar y optimizar la logística, favorecer a las economías regionales y contribuir a la reducción de las emisiones no productivas que esta industria deja diariamente, comenzó sus operaciones en el mercado chileno el 2 de septiembre, iniciando así su plan de expansión a toda Latinoamérica.
T-CARGO es una plataforma destinada al transporte automotor de carga de Latinoamérica, que conecta de forma directa a transportistas con empresas dadoras de cargas. Está desarrollada bajo el concepto de economía colaborativa y se propone brindar solución a las principales problemáticas del sector logístico y del transporte automotor de cargas.
La plataforma es el resultado de la convergencia tecnológica, comercial y de gestión, lo que la convierte en una herramienta comercial que puede potenciar la eficacia de las operaciones. Gracias a la eficiente combinación de tecnologías emergentes impulsadas por un pujante y experimentado equipo de trabajo, la plataforma se convertirá a partir de ahora en una herramienta muy útil para eficientizar una actividad que, en Chile, recorre más de 23 mil millones de kilómetros al año y dará una solución innovadora a las principales problemáticas de la actividad: fletes negativos, ineficiencia operativa, poca articulación entre proveedores y baja confianza.
“T-CARGO es una empresa regional, que fue concebida con la misión de aportar una solución innovadora a las principales problemáticas de la actividad en Latinoamérica”, explica Matías Feldman, Chief Design Officer de la compañía. “Comenzamos en Argentina y ahora sumamos Chile por su cercanía geográfica y el gran volumen de cargas transportadas entre ambos países, pero continuaremos sumando territorio en el corto plazo”, profundiza.
Esta decisión estratégica está sustentada en estadísticas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que indican que un tercio del transporte automotor de cargas que transita por Argentina viene desde otro país o traslada mercadería hacia el exterior. Esa cifra se comprueba en el flujo de operaciones existente entre Argentina y Chile, país que se ha convertido en uno de los principales destinos internacionales para las compañías que buscan exportar sus cargas a través de los puertos del Pacífico, en muchos casos con destino final hacia Asia. Solo por el Paso Internacional Cristo Redentor, que une a ambos países a través de la Cordillera de los Andes, transitan 300.000 camiones por año, transportando más de 4 millones de toneladas de carga, lo que lo convierte en el principal paso terrestre de cargas de América del Sur.
Panorama del transporte automotor de carga pesada en Chile
El transporte automotor de carga en Chile es un mercado impactado por una serie de aristas que requieren ser manejadas, por su alta repercusión en la economía de las empresas intervinientes y la sociedad en general. Las carreteras chilenas se extienden por 4.300 kilómetros y en ellas día a día circulan centenas de camiones, que trasladan distintos tipos de cargas en viajes que pueden demorar de uno a varios días. Según datos entregados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el universo de vehículos de carga en Chile contabilizado hasta el 2018 era de 210.000 unidades.
Según estimaciones de T-CARGO, realizadas a partir del análisis de los datos del Banco Interamericano de Desarrollo, en Chile, el 54% de los camiones vuelve vacío luego de haber entregado su carga. Esto es el equivalente a 6.237 millones de kilómetros recorridos sin carga y representa un consumo innecesario de más de 1.255 millones de litros de diesel, con un costo de casi 695.000 millones de pesos chilenos. Indiscutiblemente, estas deficiencias afectan seriamente la competitividad del transporte y la sustentabilidad de las transportadoras. Pero, además de este grave impacto económico, hay que considerar la huella de carbono inaceptable que se genera por las 5,67 millones de toneladas de CO2 que se emiten en los fletes negativos y el deterioro que se produce a rutas e infraestructura de transporte, sin agregado de valor a la economía.