Para mantener el mismo nivel de vida que un profesional y su familia tenían en marzo de 2008, se necesitan hoy $73.556 mensuales
El último informe de la Canasta del Profesional Ejecutivo (CPE), un relevamiento mensual que desde hace ocho años conduce la Universidad del CEMA (UCEMA), indicó que este segmento de la población necesitó en marzo ingresos 2,8% más altos que en febrero para mantener su nivel de vida.
La variación interanual del indicador que elabora el Centro de Economía Aplicada (CEA) de la mencionada casa de estudios fue de 32,5 por ciento. Asimismo, el acumulado del primer trimestre del an?o fue de 10,5% y 49,3% anualizado.
Más aún, la evolución de este índice demuestra que para mantener su nivel de consumo, un profesional ejecutivo en la Argentina debió desembolsar en marzo de este año 528% más que lo que invertía en ese mes en 2008.
En ese entonces los números indicaban que el consumo mensual de un ejecutivo y su grupo familiar (mujer y dos hijos), residente en el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires, tenía un costo de $11.787. El mes pasado esa cifra trepó a 73.556 pesos.
“Como universidad dedicada a los negocios, la economía y las finanzas, nos propusimos hacer algo que le interesara a nuestro público, que por tener en general un ingreso diferente del de la media tiene también una canasta de consumo distinta a la de un ciudadano promedio. Queríamos capturar el impacto de la inflación en la canasta de consumo de la economía de altos ingresos”, dijo respecto a la elaboración de este índice Alejandro Rodríguez, director del Departamento de Economía de UCEMA y del CEA.
Mensualmente se evalúan nueve rubros para elaborar esta “canasta”: alimentos y bebidas; indumentaria; vivienda y servicios básicos; equipamiento y mantenimiento del hogar; atención médica y gastos para la salud; transporte y comunicaciones; esparcimiento; educación; otros bienes y servicios.
Uno de los datos que destacó Rodríguez en diálogo con La Nación, tiene que ver con la ponderación de cada ítem. “Una persona de bajos recursos destina una gran proporción de sus ingresos para alimentos, por eso las canastas que se construyen para medir pobreza o indigencia contienen casi exclusivamente eso. A medida que aumentan los ingresos esa proporción baja, se cambia el tipo de alimentos y bebidas que se consumen, y las marcas. El profesional ejecutivo manda a sus hijos a colegios privados, por lo que la participación de la cuota de la escuela también tiene otro peso. Los ponderadores cambian según la canasta”, explicó.
Por caso, mientras en el índice tradicional del Instituto Nacional de Estadística y Censos, el rubro alimentos y bebidas tiene un alza de 33%, en la canasta del profesional de Ucema la cifra baja a 20 por ciento. Algo similar ocurre con “esparcimiento”: en el primer caso, la ponderación es de 8% y en el segundo, la categoría trepa a 14 por ciento.
Además de la diferencia en la ponderación, la composición de los rubros también varía. Por caso, “alimentos y bebidas” de la canasta del profesional incluye comidas en restaurantes, ya que no se las considera esparcimiento, como sí lo hace el INDEC. Por razones laborales, un ejecutivo tiene cinco de las 14 comidas semanales en un restaurante, aseguraron desde UCEMA.
Camilo Tiscornia, economista y director de C&T Asesores Económicos, tradujo a dólares (según la cotización oficial de cada momento) los valores de la primera y la última canasta del profesional ejecutivo relevada por UCEMA. “Mientras en marzo de 2008 era de u$s3700, en marzo último fue de u$s4600. Esto indica una inflación en dólares de alrededor del 35%.
“El alza de precios le pegó a todo el mundo. Es un fenómeno que no reconoció diferencias entre trabajadores de ingresos altos y bajos. Si bien la canasta del ejecutivo parece no alejarse demasiado de la del promedio, y en este período largo el aumento fue parecido al de la inflación, en donde debe haber una diferencia es en lo que el trabajador recibe en mano: el Impuesto a las Ganancias para una persona de esta categoría pega muy fuerte. Por otra parte, no es que sólo la inflación fue alta, sino que la presión impositiva fue creciendo”, explicó a La Nación.
Por su parte, Valeria Bohórquez, directora del negocio de Talento de Mercer para la Argentina, Uruguay y Paraguay, explicó que los sueldos en las compañías multinacionales suelen seguir el ritmo de los movimientos salariales del mismo mercado y no estrictamente a la inflación, aunque esa variable incide en la determinación de los ajustes junto con otras cuestiones, como la rentabilidad y la capacidad de pago de la compañía.
“Durante los últimos años, la capacidad de ahorro de los ejecutivos disminuyó, dada la evolución de los incrementos salariales, pero, además, por la incidencia de la proporción creciente cada año del Impuesto a las Ganancias por la falta de actualización de las tablas y montos deducibles”, afirmó Bohórquez.
“Si tomamos la variación de la canasta del CEMA punta a punta, entre 2008 y 2016, creció 524%, mientras que los salarios de directores aumentaron 484%, con lo que quedaron por debajo en la posibilidad de compra de la canasta medida”, apuntó la ejecutiva de Mercer a La Nación.
Desde 2006, Mercer mide la evolución del ahorro y el consumo del salario de un gerente en la Argentina. El análisis de los datos históricos muestra que mientras hace 10 años alguien que ocupaba una posición gerencial podía ahorrar 16% de su sueldo neto (el otro 84% lo destinaba a financiar su consumo), el año pasado vio ese ítem con signo negativo: -6%.
Bohórquez explica que eso significa que “no sólo no pudieron ahorrar, sino que eventualmente pasaron a comprar segundas marcas, cambiaron a sus hijos de colegio o usaron ahorros para pagar consumos actuales”.
Rodríguez cuenta que los dos rubros que mayor aumento tuvieron en los ocho años del relevamiento de UCEMA fueron educación (666%) y viviendas y servicios básicos (640%).