El contexto mundial actual manifiesta una clave y visible situación desfavorable en relación al desarrollo de la economía y el crecimiento de los negocios.
La economía mundial viene sobrellevando el peso de la caída de los mercados financieros con su respectivo impacto en la economía, y la inflación y deflación en distintos países del mundo llevó a que gran parte de las empresas, sin importar su tamaño y viéndose acorraladas frente una posible desaparición del mercado, tomen las medidas preventivas tradicionales como recortes de presupuesto y disminución de sus inversiones.
A comienzos del siglo XXI los emergentes como China comenzaron a demandar insumos y materias primas de otros emergentes como Latinoamérica y África generando grandes volúmenes de comercio basado principalmente en comodities, acumulando reservas y reciclando dólares a USA. Lo que, sumado a la sobreoferta de ahorros globales en dólares originaron la materia prima para la escalada del mercado financiero y el gran apalancamiento del mercado de capitales, que dieron lugar a un período de crecimiento y las increíbles burbujas en los valores de activos y precios de los comodities.
El resultado conocido, desplome del comercio mundial, destrucción de valor en los mercados de capitales y de bienes, pero generando solo recesión en lugar de depresión.
Mucho se habla sobre el futuro desenlace de la situación actual. Algunos hablan de que se dará en forma de L, otros hablan de una recuperación en forma de V (asimétrica, evidenciando un crecimiento de menores proporciones a la caída) y otros hablan de una posible W, donde a pesar de los sutiles signos de recuperación, proyectan una nueva caída previo a la recuperación.
Nosotros creemos en una cuarta alternativa, la U, donde se mantendrán por debajo de lo que estamos acostumbrados los niveles de demanda y rentabilidades, pero con señales más sólidas de crecimiento.
Al frenarse la inversión financiera, el crecimiento puede encontrarse apalancado en capital humano y en tecnología capaz de ayudar a las personas a optimizar sus potenciales. Esta idea revela entonces una alternativa de acción a poner en práctica para enfrentar la situación actual, ya que se puede aprovechar el momento de quietud o baja actividad para mirar hacia adentro poniendo foco en el reordenamiento de la organización.
Este reordenamiento supone maximizar la utilización de recursos y la mejora continua de los procesos internos (mayor performance) en búsqueda de nuevas ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, y para que una ventaja sea sostenible en el tiempo, tiene que partir de una visión genuina y compartida por todos los miembros de la organización.
Lo necesario, entonces, es una forma de traducir la visión individual en una visión compartida y fundamentalmente comunicarla de manera eficiente. No sirve un “recetario”, sino un conjunto de principios y prácticas rectoras.
Llevando estos conceptos al mundo de la tecnología, puntualmente al segmento del software, vemos que el objetivo de las compañías desarrolladoras gira en torno a disponibilizar soluciones que integren todas las actividades de una organización dentro de un mismo ambiente, facilitando así; la unión entre los distintos niveles jerárquicos, la integración entre las distintas fuentes de información; la vinculación de estrategias con operaciones y todo esto sin perder de vista, o mejor dicho, bajo la premisa de optimizar la obtención de rentabilidades.
Los cambios tecnológicos impulsan un crecimiento continuo, crecimiento en sentido de infraestructura, capacidades y desempeño. Vivimos en una era donde la tecnología es un pilar central en los cambios organizacionales, y fuera de la decisión de invertir, la resistencia al cambio y las expectativas de retorno suelen ser los principales factores que socavan la búsqueda de estabilidad y el potencial crecimiento.
Por otra parte la adopción de sistemas o procesos que permitan una visión compartida de oportunidades de éxito dentro de una organización, ayudan a los miembros de la empresa de todos los niveles a aprovechar el entusiasmo y la capacidad de aprendizaje, dando espacio a lo que Peter Senge denomina “Organización Inteligente” en su libro “La quinta disciplina”, donde el eje central de este concepto se basa en el abandono de la ilusión de que el mundo está formado por fuerzas separadas y desconectadas, y donde la gente expande continuamente su aptitud para crear los resultados que desea, se cultivan nuevos y expansivos patrones de pensamiento, la aspiración colectiva queda en libertad, y la gente continuamente aprende a aprender en conjunto.
Las empresas de servicios y puntualmente las que brindamos consultoría en materia de procesos y tecnología, somos responsables de acompañar a nuestros clientes durante el proceso de reestructuración o adaptación propiciando soluciones que permitan la obtención de resultados satisfactorios.
Podríamos afirmar y sin temor a equivocarnos que los mercados actuales solo ofrecen nuevos y más complejos desafíos, y la fórmula indicada para afrontarles implica romper con el paradigma, de solo accionar bajo el enfoque tradicional de reducir gastos y limitar la inversión, que no permiten ver las oportunidades que se presentan en momentos de crisis y esta afirmación se convierte en un axioma, capaz de determinar la estabilidad de una organización.