Es tiempo de crisis, es tiempo de vivir con lo nuestro. Según lo grafica un estudio del Prof. Juan Mario Jorrat, investigador y director del proyecto Ciclos Económicos y Crecimiento de la Universidad Nacional de Tucumán, la economía argentina entró en recesión en noviembre del 2011.
Un modelo recesivo implica la disminución generalizada de la actividad económica de un país o región, medida a través de la bajada, en tasa anual, del Producto Interior Bruto (PIB) real, durante un periodo suficientemente prolongado. Esto impacta en todos los sectores de la vida empresarial y, finalmente, en el mercado de trabajo. Por ello, un período recesivo es siempre un tiempo en que se deben ajustar los cinturones.
Ante un contexto con inflación, disminución del consumo y retracción de inversiones; entre otros indicadores, es normal y esperable que las empresas disminuyan sus expectativas de cara al mercado y busquen aminorar el impacto sobre sus estructuras.
Ahora, qué hacer con este escenario frente a la gestión del capital humano.
En estos tiempos, el trabajo en equipo se vuelve esencial. Recordemos que se trata de un conjunto de personas que trabajan mancomunadamente en el logro de los objetivos propuestos. Un equipo de trabajo busca la alcanzar metas comunes y se forma con la convicción del cumplimiento de estas. Implica que cada persona pondrá en común sus conocimientos, capacidades, habilidades, información y, en definitiva, sus competencias personales de forma sinérgica para lograr el cometido.
Quienes gestionamos grupos de personas, tenemos la obligación de trabajar para conformar equipos de trabajos exitosos que enfrenten a la crisis y ayuden a sus organizaciones a salir airosas en estos contextos de turbulencias que se viven. Algunas recomendaciones para trabajar en esta línea son:
1.- Tratar de ser un líder participativo. Se debe trabajar involucrando a sus subordinados y permitiendo el crecimiento y desarrollo de estos.
2.- Establecer metas y objetivos claros. Se debe ser capaz de transmitir estos elementos de la forma más sencilla posible, a efectos que los miembros del equipo visualicen su logro.
3.- Generar espacios de comunicación horizontal. Esto facilitará la dinámica de las interrelaciones y viabilizará la retroalimentación plana entre las partes.
4.- Empoderar a los empleados. Permitir que los colaboradores sean gestores de sus propios espacios y puedan tomar las decisiones operativas que dinamicen las estructuras organizacionales, en tiempos que esto es crucial.
5.- Fomentar una casa de cristal. Busque que la gente actué de forma cristalina, para eso es necesario ser el primero en dar el ejemplo.
6.- Fomentar ambientes de trabajo diversos. Busque perfiles múltiples para armar sus equipos, así la amplitud de personalidades enriquecerá la búsqueda de soluciones ante los problemas que se presentarán.
Es importante recordar que en tiempos de crisis es mucho más difícil automotivarse por la gran presencia de incertidumbre en el ambiente. En este contexto, quienes tenemos responsabilidades de conducción, debemos ser capaces de facilitar ayudar a nuestros colaboradores a superarse laboralmente y, consecuentemente con ello, a cumplir los objetivos de nuestras organizaciones.