Las células madre son el origen de todas las células y sistemas que van a conformar el nuevo organismo en gestación. Se encuentran en el embrión, y pueden autoreplicarse a través de sucesivas divisiones a lo largo de toda la vida del individuo. Además tienen la capacidad de diferenciarse para dar origen a células especializadas como los glóbulos rojos, los glóbulos blancos, las plaquetas, las neuronas y las células del sistema inmunitario, del corazón, hígado, páncreas, piel, etc. Se encuentran en gran cantidad en la sangre del recién nacido, y luego permanecen en el organismo adulto con el fin de reemplazar las células que mueren en forma natural o como consecuencia de agresiones (enfermedades, accidentes, etc).
Cuando el organismo pierde la capacidad de regenerar las células que han muerto, se produce una enfermedad
o secuela que por lo general es irreversible y que potencialmente puede tratarse con la administración de células madre
Existen enfermedades que ya han sido tratadas exitosamente con trasplantes de células madre, y en este punto hay que señalar una importante distinción.
La administración de la célula madre adulta (es la obtenida del recién nacido o incluso de una persona adulta, llamada así para diferenciarla de la embrionaria) no produce tumores, y no hay ningún caso reportado en la literatura acerca de que la aplicación de células madre adultas los haya generado.
No es el caso de la célula madre embrionaria, o sea la que se obtiene de un embrión humano, ya que además de implicar una serie de problemas éticos -que no ocurren cuando hablamos de tomarla del cordón umbilical o de un adulto- puede inducir ese riesgo.
Respecto a las patologías para las cuales se han realizado aplicaciones, podemos clasificarlas en 3 grupos:
– Aquellas en las que está totalmente demostrado que son eficientes, como el trasplante de medula ósea, que se está realizando con resultados sumamente exitosos desde la década del 50.
– Otras que todavía están en una fase experimental, en casos que van desde algunos tumores hasta aplicaciones cardiacas, oftalmológicas (las células madre se usan para recuperar ceguera, o daños de la cornea en caso de quemaduras), o en el uso que hacen los traumatólogos para la regeneración de cartílagos… Aún en una etapa inicial, todos los resultados muestran grandes beneficios con la aplicación de células madre en estas patologías.
– Y finalmente, hay otro grupo de enfermedades como la diabetes o afecciones neurológicas, en la cual las células madres ofrecen un potencial enorme, pero que se encuentran aún en la etapa de investigación.
Las células madre hoy son protagonistas de una enorme cantidad de tratamientos, que se están realizando en diversos países.
En el caso particular de MaterCell, junto con la Universidad Maimónides ha tratado a 5 niños con células provenientes de su propio cordón umbilical, para la corrección de labio leporino y fisura de paladar. Y también ha intervenido en 3 casos de uso de células madres del cordón umbilical para el tratamiento de parálisis cerebral en bebés, como consecuencia de accidentes en el momento del parto. Dos de estos chiquitos fueron tratados en EEUU, en un protocolo que esta realizando la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, que cubre específicamente estas situaciones. Se trata de un protocolo de investigación, experimental, pero con resultados sumamente alentadores.
Cabe aclarar que las células madre obtenidas de la sangre del cordón umbilical son las ideales para los tratamientos ya que su obtención ni implica ningún riesgo para la madre o el bebé, al ser utilizadas en el mismo niño el riesgo de rechazo es nulo, su capacidad de regenración es mucho mayor que la adulta y su aplicación no conlleva ningún riesgo demostrado.
Lo cierto es que el uso de las células madres ofrece un enorme beneficio en el tratamiento de muchas patologías, por lo que es deseable que la investigación continúe avanzando.