En momentos de crisis, los empresarios se preguntan continuamente qué hacer para sobrevivir y poder obtener resultados que les permitan crecer. Pero primero es lo primero y por eso lo principal es sobrevivir. Para eso, es sabido que necesitamos ser competitivos o no lo lograremos.
Entonces, aparece la receta tradicional que los dueños y gerentes parecen adoptar más rápidamente: reducción de costos de manera arbitraria, comenzando por las líneas de producción, eliminando actividades que crean valor desde la perspectiva del cliente y despidiendo empleados que en realidad se necesitan para hacer el trabajo.
Sin embargo, lo que exige la coyuntura de crisis económica, es mejorar la productividad, la eficiencia y, en definitiva, la competitividad, según promueve la filosofía Lean:
Productividad = Actividades de valor / Recursos disponibles
Si reflexionamos acerca de nuestra propia actividad, seguramente podamos encontrar muchas pérdidas de productividad. Por ejemplo:
– Desperdicio en inventarios (sobre stocks y quiebres)
– Reclamos de clientes por insatisfacción con productos y servicios
– Transportes innecesarios de personas y equipos
– Sobre y sub producción de bienes y servicios, siendo incapaces de adaptarnos a la variabilidad demandada por los clientes en cada momento
– Esperas y/o generación de actividades que se repiten a lo largo de un proceso
– Actividades de control e inspecciones por no garantizar un proceso eficiente online
– Averías de equipos y máquinas que limitan la producción
Produciendo más con menos recursos es cómo podemos contribuir a mejorar la rentabilidad, que puede marcar la diferencia entre el crecimiento y la recesión.
Abordar una estrategia de eficiencia de procesos adoptando la filosofía LEAN, que asegure que todos estamos creando valor, requiere del compromiso activo de los líderes de la empresa y de todos sus componentes, incluso proveedores y contratistas.
A veces, esto implica abandonar los métodos tradicionales de gestión y adoptar las más modernas herramientas y técnicas de gestión. Aunque puede ser difícil lograr que todos los actores adopten nuevos comportamientos que procuren la búsqueda sistémica de la perfección de los procesos, es el camino para lograr un desarrollo sostenible en el largo plazo o equilibrio de las 3P: PROPOSITO, PROCESOS Y PERSONAS.
La dificultad está relacionada con la necesidad de una evolución o reconfiguración de la cultura de las organizaciones y de aprender a adoptar nuevos comportamientos de manera natural. Por eso, los líderes de cada nivel deben estimular la creatividad e innovación de todas las personas, ayudándolas y guiándolas para que puedan desarrollar plena conciencia de cómo mejorar continuamente su trabajo y así crear más valor.
